SANTO DOMINGO. Cuando expertos de 21 países de las Américas se dieron cita en Buenos Aires en el Primer Simposio Regional sobre el Meningococo en 2012, la vacunación como método de prevención encabezó la agenda. El reto era claro. Las vacunas contra cuatro de seis serogrupos de la enfermedad estaban disponibles. Sin embargo, no existía una vacuna contra el meningococo del serogrupo B, que predomina en muchos países de América Latina.
En ese momento, solo dos laboratorios farmacéuticos se daban a la ardua tarea de investigar y desarrollar una vacuna contra la meningitis B. A pesar de ser menos frecuente que otras infecciones, la meningitis por meningococo B representa un serio problema, a nivel regional y global, por asociarse a severas secuelas y mortalidad Históricamente, la mayoría de las enfermedades meningocócicas son atribuidas a seis serogrupos – A, B, C, W-135, X, Y. –
La meningitis es una inflamación del fluido y de las membranas que cubren el cerebro y la médula espinal. Hay tres tipos principales de la meningitis – bacteriana, viral y micótica. Cuando no es atendida a tiempo, la meningitis puede causar la muerte o discapacidad severa en menos de 24 horas. A nivel mundial, se estima que hay 1,2 millones de nuevos casos y 135.000 muertes cada año.
La meningitis no discrimina; puede afectar a cualquier persona, a cualquier edad. Sin embargo, los grupos que están en mayor riesgo son los bebés y niños menores de cinco años de edad, y los adolescentes entre 15 y 19 años.
El contagio es relativamente fácil. La bacteria puede propagarse a través del intercambio de secreciones respiratorias y de la garganta, que pueden ocurrir al besar, toser, estornudar o compartir cigarrillos o bebidas. La meningitis puede progresar rápidamente. En su etapa temprana, los síntomas de la enfermedad – tales como dolor de cabeza, náuseas y vómitos – pueden ser difíciles de distinguir ya que son muy parecidos a los síntomas de otras infecciones más comunes como la gripe. No es raro que un paciente porte y transmita la bacteria sin mostrar síntoma alguno de la enfermedad. Es por eso que la prevención, a través de la vacunación, es tan importante.
Las cifras no mienten. Los datos que tenemos de América Latina y el Caribe comprueban que las vacunas son la mejor arma contra la meningitis. En el caso de Brasil, por ejemplo, la vacuna contra la meningitis por meningococo C fue incluida en el programa nacional de inmunizaciones para niños menores de dos años en 2010. Dos años después, Brasil registró una disminución de 52 por ciento en la proporción de casos de la enfermedad entre dicho grupo etario.
La industria ha recorrido un gran camino desde el simposio en Buenos Aires. En octubre del 2014, se introdujo al mercado norteamericano la primera vacuna para ayudar a proteger al público contra el serogrupo B del meningococo. La labor continúa para traer a América Latina este método de prevención lo antes posible.
Entretanto, es importante que los países de la región continúen recopilando la información epidemiológica fundamental para poder poner en marcha, a su debido tiempo, la política vacunal contra la meningitis B.