KATHMANDU. La violencia del terremoto de magnitud 7,8 redujo a escombros numerosos pueblos del centro de Nepal. Casi un año después, lo único que hay allí siguen siendo los escombros.
El país no ha hecho progresos en la reconstrucción de cientos de miles de viviendas, escuelas, edificios públicos y unas 600 estructuras históricas, incluidos antiguos templos, monumentos y palacios hindúes y budistas.
Casi un millón de niños no tienen escuelas a las que asistir. Millones de aldeanos tuvieron que pasar el invierno en precarias tiendas y chozas de lata, construidas de apuro.
La agencia de reconstrucción del gobierno no ha aprobado proyecto alguno. Algunos ciudadanos han comenzado a reconstruir por su propia cuenta, pero la mayoría siguen esperando porque temen contravenir nuevas regulaciones para la construcción o porque aguardan ayuda del gobierno.
Mucha gente vive en refugios temporales construidos con madera recuperada cubierta por láminas de metal corrugado que serán su única protección cuando comience la temporada de lluvias dentro de dos meses.
“Hemos vivido aquí el último año y parece que vamos a seguir aquí por mucho tiempo”, se lamentó Keshar Narayan, un campesino que vive con ocho familiares en una casilla en las afueras de Katmandú. “Se dice que el gobierno nos va a dar dinero para reconstruir nuestras casas, pero ¿cuándo lo va a hacer? Nuestros hijos se enferman y no tenemos dinero, trabajo ni un gobierno que nos ayude”.
El gobierno prometió ayudar a las víctimas después del terremoto del 25 de abril del 2015, que mató a casi 9.000 personas. Sin embargo, un año después solo unas pocas familias del distrito de Dolkha han recibido dinero alguno. Recibieron 50.000 rupias (467 dólares) de las 200.000 que le prometió el gobierno a cada familia que se quedó sin casa. Dolkha fue uno de los distritos más afectados y el epicentro de otro temblor ocurrido el 12 de mayo.
Mientras esperan por ayuda, incluso las oraciones pueden ser peligrosas. Muchas personas de esta nación profundamente religiosa del Himalaya acuden a templos de madera semidestruidos, que a veces se sostienen con unas vigas de madera.
“Cada vez que voy a rezar a los templos, no sé si me pasará algo. Arriesgamos nuestras vidas para venir a rezar”, expresó Shanti Shrestha, un ama de casa de Katmandú que llevaba un incienso y una caléndula. “Estamos muy enojados. No se hizo nada en todo un año”.
La falta de progresos no es por una cuestión de dinero. Nepal ya recibido 4.100 millones de dólares en donaciones, que cubren dos tercios de los 6.600 millones de dólares que costará la reconstrucción, según estimados.
El problema, de acuerdo con las autoridades y organizaciones humanitarias, es la burocracia y la ineptitud del gobierno.
“Perdimos hace poco un donante que quería aportar 400.000 dólares”, dijo el representante de la UNESCO en Nepal Christian Manhart. “Todo se demora porque hay engorrosos trámites burocráticos”.
La UNESCO tiene unos 1.800 millones de dólares para Nepal, que todavía no ha podido usar.
El gobierno enfrenta luchas intestinas y protestas de agrupaciones étnicas en las que han muerto más de 50 personas. Desde el terremoto ha habido un cambio de gobierno y se adoptó una nueva constitución que tomó años elaborar.
A Nepal le tomó además nueve meses crear un departamento abocado a la reconstrucción y todavía no hay lineamientos acerca de cómo proceder. Tampoco está claro qué edificios van a recibir fondos para la reconstrucción.
Una ley nepalesa que requiere que los contratos del gobierno vayan a quienes cobran menos también plantea un problema, señaló Suresh Suras Shrestha, jefe del departamento de arqueología del gobierno, a cargo de los monumentos históricos. Las empresas que piden menos pueden no estar en condiciones de lidiar con estructuras de los siglos V o VI.
Suresh Suras Shrestha dijo que “quienes quieran reconstruir nuestros monumentos deben acatar nuestras normas”. Primero, no obstante, hay que saber cuáles serán esas normas, que todavía no han sido establecidas.
El Departamento de Arqueología afirma que sus trabajadores han reforzado algunos edificios que no sufrieron grandes daños y ha convocado a licitaciones para 39 proyectos. Espera que se le entreguen 20 millones de dólares cuando se inicie la primera fase de las obras, pero no se sabe cuándo ocurrirá eso. Se calcula que la reconstrucción de monumentos costará unos 200 millones de dólares en total.
Un año después de terremoto, no hay progresos en Nepal
“A los políticos no les importan nuestros templos. Si el rey siguiese administrando estos templos, ya habrían sido reconstruidos”, declaró el monje hindú Ram Singh, aludiendo a los monarcas que custodiaron los monumentos nacionales hasta al abolición de la monarquía en el 2008.
Pilas de ladrillos son lo único que queda de Katsmandap, un templo de cuatro pisos del siglo X, del que Katmandú sacó su nombre.
Levemente hacia el este, cientos de devotos siguen visitando el Palacio de Kumari, una muchacha venerada tanto por budistas como por hindúes, que la consideran una diosa viviente, aunque sus paredes de ladrillo están sostenidas precariamente por vigas de madera. La muchacha, que sigue viviendo en el templo, es una de decenas de niñas que han ocupado ese sitio en los últimos cuatro siglos. Cuando llegan a la pubertad dan un paso a un costado y son reemplazadas por otra.
Los ladrillos, piedras y maderas recuperados de entre los escombros del palacio Katmandú de la plaza Durbar, del siglo X, están conservados en un depósito hasta que los expertos puedan abocarse a la reconstrucción. Todavía no se ha hecho nada por restaurar el palacio en la ciudad medieval de Bhaktapur, el este de la capital.
Muchos templos, stupas y monasterios alrededor el altar de Swayambhunath en la cima de una colina están en ruinas. Se le conoce como el “altar de los monos” porque miles de monos se congregan allí al noroeste de Katmandú.
En Nepal la mayor parte de la población es hindú y los monumentos y templos tienen una gran importancia cultural, religiosa e histórica. La gente los visita regularmente y acude a ellos a festivales, bodas y otras ceremonias.
Algunas localidades están tratando de reconstruir por su cuenta, con el aporte de voluntarios.
“Es muy duro ver nuestra herencia tan dañada”, dijo el funcionario del departamento de la herencia cultural de Bhaktapur Ram Govin Shrestha.
Por BINAJ GURUBACHARYA