Hombre cuadripléjico recupera el control de su mano 6 años después de quedar paralizado

(CNN) – Casi seis años después de quedar paralítico del pecho para abajo, Ian Burkhart ha recuperado el control de su mano derecha y sus dedos con la ayuda de un chip de computadora que fue implantado en su cerebro y de otra tecnología que elude su lesión en la columna vertebral. Esto es algo que sus médicos señalaron como un “hito importante” en un campo que está evolucionando rápidamente para ayudar a las personas que tengan lesiones debilitantes.

Sus doctores publicaron un estudio sobre el éxito de Burkhart por primera vez en la revista Nature el miércoles.

Un chip de computadora, del tamaño de una arveja, fue implantado en su cerebro dos años atrás como parte del innovador estudio. El chip lee sus pensamientos y los alimenta a través de un cable que sale hacia una computadora y entonces envía señales a una manga en su brazo, lo que le permite mover la mano.

Burkhart, de 24 años, dijo que estaba orgulloso de participar en un estudio “para ayudar a cruzar los límites” y que espera que este dé lugar a avances en la calidad de la vida cotidiana para las personas que tienen parálisis y otras lesiones.

“Sé lo mucho que te cambia la vida por una lesión como ésta”, le dijo a CNN por teléfono. “Es un gran cambio cuando pasas de un día ser capaz de hacerlo todo con tu cuerpo a que al otro día estés controlado y encerrado por tu cuerpo. Pero con algo como esto, sientes esperanza para el futuro… de que las cosas están avanzando en la dirección correcta”.

Burkhart abrió y cerró su mano por primera vez poco después de la operación inicial en abril de 2014. “Pero aún no era tan receptivo y había algo que estaba algo desacorde en cierto sentido”, dijo, “porque solo eran movimientos de músculos grandes y no muy bien controlados”.
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“Dos años después, hemos sido capaces de hacer mucho más”.

Tareas cotidianas sencillas que son posibles nuevamente

Por ejemplo, ha tomado una tarjeta de crédito y la ha pasado por una terminal; ha tomado una taza de café y se la ha llevado a la boca, se ha podido cepillar los dientes, entre otras cosas.

Esas podrían parecer hazañas pequeñas para la mayoría de las personas, dijo el Dr. Ali Rezai, coautor del estudio y neurocirujano del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio. “Pero eso es un gran triunfo para estos pacientes”.

“Es sorprendente que el paciente vea que una mano que ha estado sin vida durante cinco años se mueva nuevamente a su voluntad”, dijo Rezai.

“Como neurocirujano, soy muy apasionado por esta ciencia, los avances y la innovación. Pero al final del día, hacemos esto por una sencilla razón: es por Ian y por brindarle a él y a millones de otras personas con discapacidades en todo el mundo la esperanza de un mejor futuro”.

Rezai dijo que el siguiente paso es hacer que el dispositivo sea inalámbrico y menos tosco, para que Burkhart pueda llevarlo a casa y usarlo todos los días. Actualmente, tiene que venir al laboratorio tres veces a la semana y conectarse al voluminoso sistema.

“El objetivo es lograr que esta solución sea utilizada en la vida diaria de las personas con discapacidades”, dijo Rezai. “Realmente se trata de tener pacientes que sean más independientes y tengan más control y autonomía”.

El Dr. Jerry Mysiw, presidente del Departamento de Medicina Física y Rehabilitación del estado de Ohio dijo lo siguiente: “En los 30 años que he estado en este campo, esta es la primera vez que hemos sido capaces de ofrecer una esperanza real a las personas que tienen vidas muy desafiantes”.

El chip no es una cura para la parálisis

El dispositivo fue inventado por la compañía tecnológica Battelle, que finalmente se asoció con los médicos y neurólogos de la Estatal de Ohio para hacerlo realidad.

El dispositivo no es una cura para la parálisis, más bien es tecnología de primera en su tipo que le permite a un cuadripléjico tener una nueva movilidad por primea vez.

Burkhart era un estudiante de primer año en la Universidad de Ohio, quien se especializaba en producción de video y jugaba en un equipo de lacrosse, cuando fue a la playa con sus amigos durante el verano. El 13 de junio de 2010, hizo una fatídica inmersión en una ola frente a las cosas de los Outer Banks de Carolina del Norte. El accidente lo dejó paralizado de los codos hacia abajo. Él recuerda ese momento “gráficamente”, pero elige no pensar en ello.

“Cuando me accidenté, tenía 19 años de edad. Perdí gran parte de mi independencia”, dijo. “Me dieron el diagnóstico de no poder usar mis manos ni mis piernas por el resto de mi vida. Entonces, desde ese momento, tuve que buscar otras opciones. Yo simplemente no iba a aceptar vivir así”.

Su familia al principio se opuso a que formara parte del estudio, por temor a que la cirugía cerebral lo dejara peor. Pero él dijo que creía en sus médicos y en la tecnología, y estaba dispuesto a correr el riesgo.

“Siento que tuve la suerte suficiente de estar en el lugar correcto en el momento correcto para tener esta oportunidad”, dijo.

La computadora y el joven aprenden el uno del otro

Él dijo que los resultados hasta ahora han superado sus expectativas. “Pensé que probablemente sería capaz de ver algo en mi vida que podría beneficiarme a mí y a muchas personas más”.

“Sin duda no pensé que fuera a ser tan rápido como lo ha sido”.

Dijo que él y el dispositivo aprenden uno del otro cada vez que va al laboratorio. “Se está haciendo cada vez más rápido a medida que uso el sistema más y más, y se vuelve más natural para mí. La computadora también está aprendiendo de mí”, dijo. “Funciona cada vez mejor, tanto que seremos capaces de mejorar la velocidad a la que podemos aprender nuevas tareas en el futuro”.

Su parte del estudio terminará en julio, pero dijo que le han pedido una extensión a la Agencia de Alimentos y Medicamentos. Dijo que espera que más doctores, investigadores y especialistas en tecnología se involucren y trabajen juntos para hacer futuros avances.

Burkhart dijo que le gustaría que el dispositivo fuera inalámbrico para que no tenga ese “enorme cable que sale de mi cabeza” y otras mejoras. “Si tomas todo eso y lo miniaturizas en algo que puedas poner en tu cinturón o en una bolsa que cuelga de tu silla de ruedas”, dijo, “entonces es mucho menos invasivo y mucho más normal en tu vida cotidiana”.

“Lograr esto es una hazaña enorme”, dijo, “pero para que llegue al punto en el que las personas puedan aprovecharse de esto en sus vidas cotidianas, necesitamos que muchas más personas trabajen juntas en esto”.

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