Por Edward Luce: En el mejor de los casos hubiera sido un prospecto con buenas posibilidades. Frente a Trump es sin duda la favorita.
A continuación, hay una pequeña prueba de su imaginación. Estamos en diciembre y Hillary Clinton es la Presidenta electa. No sólo ha vencido a Donald Trump sino que además los demócratas han retomado el control del Senado y han reducido la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. EEUU se está preparando para una tercera Casa Blanca de los Clinton. ¿O es un tercer mandato de Obama? Además, ella comienza con expectativas extremadamente bajas. Lo que pueda exprimir de un ambiente increíblemente venenoso será una ventaja.
Ciertamente, su dignidad está hecha añicos. El Sr. Trump se aseguró de eso en lo que fue una de las elecciones generales más brutales en la historia de EEUU. Sus seguidores seguramente se mantendrán hostiles. Pero en el clima político actual es lo menos que se puede esperar. A la Sra. Clinton le acaban de entregar muchos limones. Su trabajo es hacer limonada.
¿Es una exageración? No parece. Las victorias enfáticas en las asambleas electorales de Bernie Sanders en los estados de Washington, Alaska y Hawái el sábado por la noche son un recordatorio de que la mayoría de la base del partido demócrata no confía en la Sra. Clinton. Sin embargo, ella está en camino para recibir la nominación del partido demócrata. Además, la mayoría de los veteranos republicanos han decidido que lo más probable es que perderán la Casa Blanca. Ahora su meta en 2016 es limitar el daño. Si el Sr. Trump gana una mayoría de los delegados, tendrán que vivir con él. Pero la mayoría de los republicanos preferirían perder con el Sr. Cruz como el nominado.
Claramente el Sr. Cruz y sus colegas no tienen una buena relación. Pero ése no es el punto. Tanto el Sr. Trump como el Sr. Cruz perderían frente a Hillary Clinton en noviembre. Sólo el Sr. Cruz mantendría intacto al partido republicano. Además, a diferencia del Sr. Trump, el Sr. Cruz es un ideólogo convencional aunque con tendencias extremistas. Su derrota disiparía el mito de que los republicanos siguen perdiendo porque no escogen a verdaderos conservadores como candidatos. La escena entonces quedaría puesta para alguien como Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, para intentar retomar la Casa Blanca en 2020.
Pero, lo más probable es que sea una competencia entre la Sra. Clinton y el Sr. Trump. Y va a ser una gran lucha. Para los investigadores de la oposición — aquellos que desentierran todos los secretos sucios que pueden encontrar — una elección Clinton-Trump es una elección hecha en el cielo. Nunca antes en la política estadounidense se han enfrentado dos figuras tan bien documentadas.
El Sr. Trump ha sido un nombre familiar en Nueva York desde finales de la década de 1970 cuando comenzó a aparecer en los periódicos locales. La Sra. Clinton ha sido una figura de fama nacional desde 1992 cuando llamó la atención como la esposa del gobernador ambicioso de Arkansas. La “vasta conspiración de la derecha” en contra de la Sra. Clinton ha estado en operación durante más de dos décadas. Hay cuatro décadas de fotografías de clubes nocturnos del Sr. Trump. El Sr. Trump sería el primer candidato cuya esposa haya salido desnuda en una revista. La Sra. Clinton sería la primera candidata cuyo esposo ha tenido encuentros sexuales en la Oficina Oval. Estos cuentos no se pueden inventar.
En verdad, la Sra. Clinton ha sido bendecida con un oponente como el Sr. Trump. En cualquier otra situación, hubiera sido considerada a lo más un prospecto con posibilidades. Con el Sr. Trump, es sin duda la favorita. Cincuenta y seis por ciento de los estadounidenses rechazan a la Sra. Clinton y un mayor porcentaje no confía en ella. Nadie ha llegado a la Casa Blanca con cifras negativas de confiabilidad. Pero tiene la suerte de su lado. Los republicanos, los cuales tenían varios candidatos con mejores calificaciones de confiabilidad que la Sra. Clinton, han escogido al candidato con calificaciones mucho peores. Dos tercios de estadounidenses rechazan al Sr. Trump. Además, un mayor porcentaje de mujeres lo rechazan. Ya que las mujeres votan más que los hombres (hasta más que los hombres blancos enojados) esto ciertamente acabará con sus oportunidades.
Para la Sra. Clinton, el número más importante es el índice de aprobación del Sr. Obama. Este número ha estado subiendo durante los últimos meses y ahora está en 50 por ciento. Si se queda en ese nivel, ella asegurará mantener su fuerte vínculo con el actual presidente hasta las elecciones el 8 de noviembre.
El Sr. Obama desea apoyar a la Sra. Clinton en su campaña; y ella va a necesitar su ayuda para alentar a votar a los afroamericanos, latinos y los progresistas. Sin embargo será una batalla brutal que no le hará ningún bien al proceso democrático. A la Sra. Clinton todavía le falta un mensaje coherente y la mayoría de los estadounidenses aún desconfían en ella. Una gran minoría la odia. El Sr. Trump canalizará ese sentimiento. Mucho después de que haya sido derrotado, sus seguidores continuarán la batalla. Tal vez la Sra. Clinton haya alcanzado su meta. Pero la era de incivilidad extrema apenas ha comenzado.
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