Por Jamil Anderlini: Tarde o temprano, China exigirá algo que Mark Zuckerberg no podrá aceptar.
En la primera línea de la película La Red Social, el actor que interpreta a Mark Zuckerberg le dice a su incrédula acompañante que en China hay más personas con un coeficiente intelectual equivalente a genio que las de cualquier tipo viviendo en EEUU. El fundador de Facebook ha declarado que la película biográfica lanzada en 2010 era inexacta e hiriente. Pero Aaron Sorkin, el guionista, claramente capturó un aspecto a la perfección: la obsesión del Sr. Zuckerberg con China.
En una visita de alto nivel a Beijing la semana pasada — ridiculizada por algunos “ciudadanos de la red” chinos y occidentales que la denominaron “Zuck-up” (subrayando su servilismo frente a China) — el Sr. Zuckerberg salió a correr en la plaza de Tiananmén con un esmog que perforaba los pulmones. Miles de personas se apresuraron a visitar su página de Facebook para ridiculizar la imagen de sí mismo sonriendo mientras corría al pasar la Ciudad Prohibida.
Numerosos ciudadanos de la red chinos que viven en el extranjero lo atacaron por ignorar la dolorosa historia de la matanza de Tiananmén en 1989; otros se burlaron de él por ‘encubrir’ los alarmantes niveles de contaminación ambiental soportados por los habitantes de Beijing. Algunos se preguntaron por qué las hordas de agentes de seguridad que normalmente patrullan la plaza y que arrestan a cualquiera que lleva a cabo un evento o reunión estaban ausentes de la fotografía.
Algunos también se preguntaron cómo el Sr. Zuckerberg se las había arreglado para subir la foto a Facebook desde China. Al igual que Twitter, Google y YouTube, el sitio está bloqueado por la censura de la Gran Muralla Cortafuegos del régimen gubernamental. Las grandes empresas tecnológicas de EEUU sostienen que la censura china, además de bloquear la disidencia, es una forma de barrera comercial no arancelaria dirigida a proteger a las estrellas nacionales — como Baidu, Tencent y Alibaba — de la competencia. Sin embargo, el Sr. Zuckerberg, el único entre sus colegas, ha perseguido incansablemente el reingreso a este tentador mercado con una ofensiva cada vez más servil.
En una reunión durante su visita a Beijing — abundantemente publicitada a través de la televisión estatal la semana pasada — él estaba sentado en un mullido sillón, ataviado con un traje y una corbata roja, escuchando atentamente a Liu Yunshan, el líder del partido comunista responsable de la propaganda y la pureza ideológica. Según los informes oficiales, el Sr. Zuckerberg “elogió el progreso de China en el campo del Internet, diciendo que iba a trabajar con sus colegas chinos para crear un mundo mejor en el espacio cibernético”.
El Sr. Zuckerberg, que está casado con una estadounidense de origen chino, ha aprendido a hablar un mandarín básico; y en 2014, en medio de su primer gran intento para congraciarse, le mostró al funcionario encargado del Internet de China su copia personal de los discursos del Presidente Xi Jinping. Según los informes, también declaró que había comprado copias para su personal ya que “quería que entendieran un socialismo con características chinas”.
Sin embargo, estos esfuerzos no fueron bien recibidos por las personas a quienes él está tratando de llegar. A raíz de su visita, la enormidad del desprecio expresado por los ciudadanos de la red chinos comunes, e incluso por algunos medios de comunicación estrictamente controlados, llevó a las autoridades de propaganda estatales a emitir una nueva orden de censura. “Tomen todavía más medidas para controlar los comentarios maliciosos sobre la visita a China del fundador de Facebook, el Sr. Zuckerberg”, declaraba una directiva divulgada. “Dejen de exagerar la historia”.
Esta reacción pone de relieve los riesgos inherentes en el enfoque del Sr. Zuckerberg. En primer lugar se halla la dimensión ética. En un momento en el que los abogados, las feministas, los activistas de derechos humanos y los vendedores de libros están siendo detenidos o se encuentran “desaparecidos” — a menudo por publicar opiniones críticas en las redes sociales — parece moralmente cuestionable estar intentando entrar en este mercado con tanto empeño.
Pero, incluso en términos puramente monetarios, no está claro cuán efectivo resultará el enfoque del Sr. Zuckerberg. Es muy posible que ocasione que Facebook sea desbloqueada ya que, a diferencia de otras compañías como Google y Twitter, no existe una exitosa alternativa china a Facebook y, por lo tanto, tampoco existe un fuerte grupo de presión comercial para bloquearle la entrada.
Pero eso sólo sucederá bajo las condiciones más onerosas, incluyendo una promesa de instalar los servidores de Facebook en China; entregar la información y las comunicaciones privadas de los usuarios al cuerpo de seguridad; y emplear un ejército de censores para eliminar todo el contenido que se considere “delicado”.
Es posible que el Sr. Zuckerberg pueda soportar muchas de estas condiciones como parte del precio de entrada. Pero a medida que el gobierno intensifica la represión, tarde o temprano le va a exigir algo que él simplemente no podrá hacer. En ese momento, Facebook será castigada de una manera especialmente rigurosa por lo que las autoridades van a considerar una traición por parte de un perro faldero que fuera leal anteriormente.
El Sr. Zuckerberg puede que ya sepa que la frase china para referirse a la adulación es “pai ma pi”, que significa “acariciar el trasero del caballo”. Pero existe un dicho asociado con el anterior que advierte que si acaricias demasiado el trasero del caballo y le pasas la mano por la pierna, es muy probable que te patee en la cabeza.
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