“No beban el agua, no respiren el aire”, cantaba el satírico matemático estadounidense convertido en músico Tom Lehrer en su canción “Pollution” (polución) de 1965.
La Ciudad de México, que enfrenta la peor calidad del aire en casi 15 años, no ha llegado a recomendarle a la gente que no respire — pero por muy poco — después de que el lunes la concentración de ozono en el aire alcanzó casi el doble de los niveles recomendados.
Las autoridades respondieron mediante la reactivación de restricciones sobre ciertos vehículos el martes. Estas restricciones habían sido relajadas en los últimos meses, lo cual contribuyó, según activistas, a un empeoramiento progresivo de la calidad del aire. Se les está aconsejando a las personas que se queden en casa entre la 1 p.m. y las 7 p.m. después de que el gobierno de la Ciudad de México emitiera lo que denomina una alerta de contingencia ambiental por la calidad del aire, culpando a las altas presiones y a la intensa luz solar del “extraordinario aumento” de la concentración de ozono.
Los mexicanos son muy duchos en el lenguaje que se refiere a la calidad del aire, el cual aquí se mide utilizando el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA). Cuando el nivel es demasiado alto — o sea, cuando los contaminantes presentes en el aire llegan a 100 IMECAs — se emiten las alertas de precontingencia, obligando a que no se les permita a los escolares, por ejemplo, jugar al aire libre y a cancelar las actividades deportivas. El lunes, los niveles IMECA alcanzaron los 203 puntos.
Es la primera vez que México ha emitido una alerta de ozono desde 2002. Informes de los medios recordaron que los niveles IMECA se dispararon hasta los 242 puntos en septiembre de 2002.
Irónicamente, la semana pasada la Ciudad de México — ubicada en un valle rodeado de montañas, a una altitud de 2,240 metros (7,350 pies) y hogar de aproximadamente 20 millones de personas — fue batida por vientos tan fuertes que el aire, usualmente tan pobre, quedó límpido y ofreció raras y asombrosas vistas de las montañas que rodean la ciudad.
Uber, la aplicación de viajes en taxi compartidos, no perdió el tiempo e instó a las personas que no pueden conducir el martes a utilizar su servicio UberPOOL. Recientemente lanzado en la Ciudad de México, y ya dando muestras de una fuerte asimilación según la compañía, el servicio les permite a los pasajeros no sólo pedir los automóviles mediante una aplicación basada en los teléfonos, sino también compartir el automóvil y dividir el costo con otras personas que van en la misma dirección.
“En 14 años no hemos tenido tanta contaminación como la que hemos tenido hoy”, dijo en un comunicado Uber, prometiéndoles a los clientes que den dos viajes de UberPOOL el martes dos viajes más gratis. “Solamente en las primeras dos semanas de UberPOOL en la Ciudad de México, ayudamos a reducir 352 toneladas de CO2”, agregó. “Podemos lograr mucho más”.
Por Jude Webber y Jennifer Thompson,
Source: Financial Times Newspaper Spanish
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