El intento de Lula de volver al gobierno expone la debilidad de Rousseff

Propio interés mutuo — no patriotismo — está detrás de la movida para promover el regreso del predecesor de Dilma

¿Quién realmente está a cargo de Brasil?

La semana pasada parecía ser Dilma Rousseff, la presidenta incompetente e impopular del país. Entonces, el fin de semana pasado, pareció que era el pueblo. Se estima que cerca de 3 millones de protestantes participaron en la manifestación más grande hasta la fecha contra el gobierno para exigir la destitución de la Sra. Rousseff debido a cargos de corrupción.

Pero el miércoles parecía ser que Luiz Inácio Lula da Silva, o Lula, iba a estar a cargo, y hubo una nueva ola de protestas en el país.

El carismático ex presidente se unió al gobierno el miércoles, invitado por la Sra. Rousseff, para ejercer el cargo de jefe de Estado.

Pero un día más tarde, justo cuando el Sr. Lula da Silva estaba jurando su cargo, un juez federal emitió una orden para suspender su nombramiento. Independientemente de que se confirme la decisión del juez federal Itagiba Catta Preta Neto, el hecho de que haya sido emitida refleja cuán tenue se han vuelto las posiciones de la Sra. Rousseff y el Sr. Lula da Silva. Para apreciarlo completamente, tenemos que retroceder en el tiempo a la mañana del miércoles.

En su nuevo papel, el Sr. Lula da Silva hubiera terminado con la presidencia de la Sra. Rousseff. “De hecho, ha comenzado el tercer mandato de Lula como presidente”, escribió Eduardo Solese, un columnista de Folha de S.Paulo, el diario más importante, sugiriendo que los periodistas, empresarios y políticos ahora querrían hablar con Lula, en vez de la Sra. Rousseff. “Dilma se va a tener que acostumbrar”, él escribió.

¿Por qué sucedió? ¿Por qué causaría su propia inmolación política la Sra. Rousseff? La autoprotección — por parte de ambos políticos — es una motivación plausible; y es lo que alegaron muchos ciudadanos brasileños.

El Sr. Lula da Silva tenía cuatro tareas. Primero, como un copiloto que toma control de un avión tambaleante, el Sr. Lula da Silva tomaría el mando, reemplazando a su sucesora inefectiva, la presidente menos popular de Brasil. Entonces tendría que restablecer contacto con el control terrestre, fortaleciendo la relación de los aliados de la coalición del gobierno con el gobernante Partido de los Trabajadores.

Esto debería poder ayudar a estabilizar al avión — y proteger a la Sra. Rousseff — ya que el apoyo más fuerte de la coalición para el gobierno podría repeler su destitución. Finalmente, el Sr. Lula da Silva tendría que navegar el avión a través de la peor recesión que se ha visto en Brasil desde la década de 1930 y aterrizar con seguridad a tiempo para las elecciones de 2018. Estabilizar la economía no es completamente imposible; él apaciguó las dudas del mercado, resultando ser un diseñador de políticas pragmático cuando ganó la presidencia en 2002.

Sin embargo, el propio interés mutuo en lugar del patriotismo posiblemente haya sido la principal razón para su nombramiento.

El Sr. Lula da Silva enfrenta denuncias de lavado de dinero y corrupción. El miércoles, surgieron nuevas protestas a través del país después de que grabaciones telefónicas de la policía secreta fomentaron acusaciones de que la Sra. Rousseff había incorporado nuevamente a su predecesor al gobierno para protegerlo de sus acusadores y de ser arrestado.

Él aún no ha sido acusado formalmente. Pero un creciente número de acuerdos de culpabilidad de sus anteriores aliados — involucrados en el escándalo de corrupción de miles de millones de dólares de Petrobras — que quieren evitar largas sentencias en la prisión probablemente resultarán en el surgimiento de nueva evidencia.

El punto clave es que como ministro, el Sr. Lula da Silva sólo puede ser juzgado por la Corte Suprema. Esto no le ofrece un escape garantizado pero puede demorar el proceso judicial. Tales movidas cínicas, vehementemente negadas por Brasilia, causaron las protestas que surgieron de nuevo el jueves.

Ms Rousseff, después de organizar lo que podría considerarse un golpe de estado interno, ha denominado la suspensión del Sr. Lula da Silva como “los gritos de aquellos que intentan armar un golpe de estado”.

Los inversionistas, inseguros con respecto a las nuevas condiciones han abandonado sus intereses y han vendido todo. Brasil ya estaba sufriendo de un descenso en los precios de las materias primas y la resaca del boom crediticio. Pero otras economías de rápido crecimiento como Chile, Colombia y Perú, que han sufrido las mismas presiones, muestran mejores resultados. Sin embargo, el problema que destaca a Brasil es el movimiento anticorrupción que está afectando a Petrobras y otras instituciones.

Como resultado, muchos de los políticos en Brasil han caído en desgracia, y casi todos son impopulares. Hasta el líder de la oposición fue abucheado durante las manifestaciones el domingo.

La profundidad y el alcance de la purga de la corrupción en Brasil — dirigida por jueces apolíticas — no tiene paralelo en otros países. De hecho, ofrece la promesa de que hay una mejor manera de hacer las cosas. El nuevo orden en Brasil tal vez nazca sin vida. Mientras tanto, el viejo orden está terminando con un alboroto.

Por John Paul Rathbone,

Source: Financial Times Newspaper Spanish

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