Japón se enfrenta a las heridas del tsunami y Fukushima cinco años después

TOKIO. Japón conmemoró hoy de manera solemne y contenida el quinto aniversario del terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011, mientras siguen en marcha las labores de reconstrucción y sin resolver la complicada situación de Fukushima.

El país guardó un minuto de silencio a las 14.46 hora local (05.46 GMT), momento exacto en el que hace cinco años se registró el terremoto de 9 grados que desencadenó la peor tragedia de Japón desde la II Guerra Mundial.

En el Teatro Nacional de Tokio una sobria ceremonia, con el mismo esquema y exacto decorado que los pasados cuatro aniversarios, sirvió para recordar con la presidencia de los emperadores y el primer ministro Shinzo Abe a las más de 18.000 víctimas del desastre natural.

Además, actos más íntimos y ofrendas de flores se celebraron en las localidades de la costa noreste del país más afectadas por el tsunami, como Rikuzentakata, Minami Sanriku o Ishinomaki, que resultaron casi completamente arrasadas.

En sus calles volvió a sonar de manera simbólica la alarma de tsunami que se oyó aquél fatídico día, alertando a sus habitantes de la llegada de una ola gigante que en algunos puntos alcanzó los 20 metros de altura.

En otros municipios como Kesennuma, de donde proceden prácticamente la mitad de las 2.561 personas que aún siguen desaparecidas tras la catástrofe, cientos de voluntarios ayudaron a bomberos y policía en los operativos de búsqueda de restos que regularmente se sigue realizando en las playas de la zona.

En la accidentada central nuclear de Fukushima también los trabajadores encargados de las complicadas labores de desmantelamiento guardaron un minuto de silencio.

Durante la ceremonia oficial, el emperador Akihito expresó su profundo pésame a los allegados de los fallecidos, y recordó con “dolor” a “todas aquellas personas que aún no han podido regresar a sus hogares” tras ser evacuadas hace un lustro por los efectos del tsunami o del accidente nuclear.

Por su parte, el primer ministro reconoció que persisten los efectos del desastre pero señaló que “poco a poco, se avanza en la recuperación de las zonas afectadas”.

Abe añadió que el Gobierno “seguirá haciendo esfuerzos por apoyar a las comunidades locales, y para lograr la reconstrucción de la economía” de estas áreas.

Los habitantes de la costa noreste de Japón, donde los estragos del desastre natural son todavía evidentes, empiezan a notar cinco años después los avances de la ingente inversión pública que ha conseguido retirar millones de toneladas de escombros y empezar a levantar el nivel del suelo y construir nuevas viviendas.

Sin embargo, en algunas zonas, donde la reconstrucción no llega al 40 por ciento debido principalmente a la falta de mano de obra y los problemas legales sobre los terrenos, es evidente el malestar de los vecinos.

En las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima quedan además 59.000 personas que viven todavía en casas temporales y se calcula que un total de 170.000 siguen desplazadas.

Por otra parte, en el resto de Japón se empieza a cuestionar si merece la pena invertir tanto dinero en unas provincias ya de por sí envejecidas y que sufrían un problema de despoblación incluso antes del tsunami.

El Gobierno nipón ha gastado 26 billones de yenes (unos 207.000 millones de euros) entre 2011 y 2015 en la zona afectada y ha presupuestado otros 6,5 billones de yenes (unos 51.030 millones de euros) hasta 2020.

Lo que sigue siendo un reto a un plazo mucho más largo para Japón es la latente crisis de Fukushima, causada por el peor accidente nuclear de la historia tras el de Chernóbil, en 1986.

La planta fatalmente azotada por el terremoto y posterior tsunami de 2011 afronta un largo e incierto proceso de desmantelamiento, una tarea que se prolongará durante cuatro décadas a la que se suman los problemas de contener los vertidos de agua radiactiva y de retirar y almacenar el combustible nuclear gastado.

Mientras, en los alrededores de la central miles de personas siguen evacuadas por los altos niveles de radiación que hacen que seis municipios sean todavía inhabitables.

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