La tecnología de la información ha afectado los negocios del entretenimiento, de los medios y de los minoristas y, más recientemente, la disponibilidad de habitaciones de hotel y de taxis. ¿Va a suceder lo mismo con las finanzas? Mi primera respuesta es: ¡por favor! Mi segunda respuesta es: sí. Como Bill Gates ha dicho, “Siempre sobrestimamos el cambio que se producirá en los próximos dos años y subestimamos el cambio que se producirá en los próximos 10 años. No te dejes llevar hacia la inacción”. Este consejo no sólo se aplica a las personas en los negocios mismos, sino también a los políticos.
Las finanzas son un negocio directamente ligado a la información. De hecho, el negocio de las finanzas ya gasta una proporción de sus ingresos en tecnología de la información mayor que la de cualquier otro negocio. Parece estar listo para experimentar los efectos generados por las tecnologías de la información. Consideremos sus tres funciones esenciales: el pago; la intermediación entre el ahorro y la inversión; y el aseguramiento. Todas estas actividades involucran una enorme cantidad de información. Las personas necesitan saber que las cuentas se han pagado. Necesitan entender cómo se está empleando su riqueza y saber que están cubiertos contra riesgos. Y, no menos importante, los intermediarios necesitan entender lo que están haciendo.
Hoy en día, los bancos y las aseguradoras son las principales instituciones financieras. Los bancos gestionan los sistemas de pago; crean la mayor parte del dinero de la economía; son responsables de una gran porción de la intermediación financiera; son los creadores de instrumentos financieros; y actúan como creadores de mercado y como agentes. Del mismo modo, las aseguradoras desempeñan un papel fundamental en la evaluación y gestión de riesgos.
¿Por qué puede esperarse que la nueva tecnología financiera, o “Fintech” — como se le conoce por su abreviación en inglés — vaya a transformar estos negocios? La respuesta, en especial para la banca, es que actualmente no se están llevando a cabo de una manera ideal. La banca parece ser ineficiente, costosa, plagada de conflictos de intereses, con tendencia a un comportamiento poco ético y, no menos importante, capaz de generar enormes crisis.
En un discurso reciente sobre las posibilidades de una revolución financiera, Andrew Haldane del Banco de Inglaterra señaló que, sorprendentemente, el costo unitario de la intermediación financiera de EEUU parece no haber cambiado en más de un siglo. Además, los ingresos de las finanzas simplemente aumentan y disminuyen con el valor de los activos. Esto connota una enorme cantidad de extracción de rentas. Además, 10 millones de hogares en EEUU y 1.5 millones de adultos en el Reino Unido aún no tienen cuentas bancarias. A nivel mundial, los bancos generan una alarmante cifra equivalente a US$1.7 billones en ingresos — un 40 por ciento del total — de la función de hacer pagos. En la era de la computadora, un pago todavía puede tardar horas o días.
En relación con el comportamiento, tal y como John Kay lo ha escrito, “partes del sector financiero en la actualidad . . . muestran los estándares éticos más bajos de cualquier industria lícita”. Parece que el pago de inmensas multas se considera, simplemente, un costo de hacer negocios. Por último, las crisis bancarias posteriores a 2007 fueron tan extensas como cualquiera otra en el pasado. El hecho de que su impacto económico no haya sido todavía peor que el de las anteriores se debió a la disposición de los gobiernos de rescatar a los bancos.
La nueva tecnología pudiera ayudar a cambiar esto en, por lo menos, dos formas. En primer lugar, pudiera transformar los pagos. Una posibilidad es el pago en tiempo real a través de libros de contabilidad distribuidos. Las ventajas de los pagos instantáneos son evidentes. La ventaja de los libros de contabilidad distribuidos — un elemento en la tecnología de cadena de bloques, o “blockchain”, de bitcoin — representa una mejora en la solidez del mantenimiento de la contabilidad.En lugar de tener cuentas centralizadas, la base de datos se compartiría a través de una red de sitios, todos en posesión de una copia idéntica. Estas tecnologías pueden revolucionar los pagos domésticos y extranjeros. Un sinnúmero de empresas ya están persiguiendo esta posibilidad.
Una segunda transformación pudiera ocurrir a través de los préstamos punto a punto (P2P), en el que las nuevas plataformas acaban con la intermediación de las empresas tradicionales en el emparejamiento de ahorradores con inversiones. Este tipo de préstamos está creciendo rápidamente. La teoría detrás de esto es que la información computarizada pudiera permitirles a los ahorradores el prescindir totalmente de los costosos servicios de los banqueros.
Los optimistas imaginan un futuro en el que los pagos, la creación de dinero (incuestionablemente de activos líquidos y seguros), y la intermediación se separarían. En este caso, la capacidad del sector bancario para crear el caos se reduciría y, por lo tanto, lo mismo ocurriría en relación con los peligros creados por el apoyo de las instituciones privadas por parte del Estado. Sin embargo, es demasiado pronto para tener certeza acerca de tales beneficios. De hecho, es fácil darse cuenta de que los nuevos sistemas de contabilidad y de pagos crearían enormes problemas de seguridad. De manera similar, también existen las oportunidades de malversación en las plataformas P2P; de hecho, son inevitables en las transacciones que dependen de las promesas de un futuro inherentemente incierto.
Una potencial fuente de transformación adicional es la que proporcionan los “datos masivos”. Éstos pudieran transformar la calidad de los préstamos, por ejemplo, lo cual sería beneficioso. Pero es más probable que los efectos más impactantes se observen en el negocio de los seguros. Con los nuevos dispositivos de vigilancia, las aseguradoras pudieran obtener información directa en relación con la calidad del manejo de un vehículo o del estado de salud de sus clientes. Tal información pudiera utilizarse para motivar mejoras en el comportamiento. Pero también es posible imaginarse mejoras en la información tan significativas que los grupos de riesgo — los bloques de construcción básicos de las aseguradoras — desaparecerían. Si, por ejemplo, la aseguradora supiera con un alto grado de certeza que algunos clientes llegarían a padecer de una enfermedad determinada, esas personas pudieran llegar a ser no asegurables. En el negocio de los seguros, una cierta cantidad de ignorancia es una bendición para los clientes. Como mínimo, la forma en que se obtiene la información y cómo se utiliza pudiera crear enormes cuestiones sociales.
En general, las oportunidades que ofrece la aplicación de las tecnologías de la información a nuestro sistema financiero parecen ser amplias. La dificultad pudiera estar más bien en el asegurar que, en esta ocasión, los beneficios sean a favor del público en lugar de a favor de una pequeña cantidad de operadores tradicionales o incluso de sus reemplazos más dinámicos. Las finanzas, en particular la banca, necesitan una revolución. Sin embargo, ésta es un área en la que los políticos no pueden simplemente suponer que todo va a salir bien. La importancia de las finanzas hace que una revolución sea necesaria. Pero, por esa misma razón, la revolución también requiere una cuidadosa observación.
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