Consumidores brasileños tratan de aminorar el dolor de la recesión

Aquellos que visitan Brasil, acostumbrados a los titulares alarmistas sobre cómo la mayor economía de América Latina está sufriendo su peor recesión en más de un siglo, podrían esperar ver a gente formada en filas para recibir comida en las calles de sus ciudades grandes.

Pero la semana pasada, la mayor fila en la Avenida Paulista, una de las calles principales de São Paulo, consistía en fanáticos del helado con deseos de probar los sabores de la nueva tienda de Ben & Jerry de EEUU.

“La actividad económica ha caído mucho”, dijo Maria Laura Martinez, una empleada bancaria haciendo fila con un colega para comprar una cucharada de helado por R$14 (como US$4). “Pero aun así, cuando las compañías lanzan productos nuevos — como esta tienda de helados — estos productos siguen estando de moda”.

Un líder de los mercados emergentes hace unos cinco años, la economía de Brasil se ha deteriorado intensamente. La economía está en caída libre, declinando 3.8 por ciento en 2015 y con una caída esperada de 3 por ciento para este año.

El gobierno no tiene poder para detener la caída a través de estímulos fiscales; el déficit del presupuesto ha crecido a cerca de 10 por ciento, uno de los mayores del mundo. Mientras tanto la divisa, el real, se ha depreciado cerca de 30 por ciento contra el dólar en un año.

“Los extranjeros vienen y me preguntan ¿cómo es posible que el país no explote?” dice un gerente de fondos de cobertura de una firma extranjera en São Paulo.

Y sin embargo, en vez de formar filas para recibir el escaso papel de baño importado como en Venezuela, los brasileños se forman para comprar helado de lujo importado. La misma situación es visible en los aeropuertos y supermercados que siguen todavía llenos.

Una visita tarde por la noche a una ferretería grande en São Paulo, por ejemplo, reveló interminables filas de compradores, con carritos llenos de herramientas eléctricas, pinturas y otras mercancías.

Los economistas dicen que la actividad, incluyendo el consumo, se ha enfriado fuertemente pero desde un nivel muy alto. El desempleo se ha incrementado dramáticamente, de cerca de 4 por ciento en 2014 a 7.6 en enero, mientras que los sueldos reales se han contraído. Sin embargo, el desempleo se ha elevado de lo que los economistas consideran bajas artificiales y aún ahora está marginalmente más alto de los niveles que se consideran como el equilibrio natural para el desempleo en Brasil.

“La recesión inició el segundo trimestre de 2014 pero el mercado laboral apenas comenzó a deteriorarse en la segunda mitad del año pasado”, dice Bruno Rovai, economista en Barclays de Nueva York. Él estima que la brecha “natural” en empleo — la tasa a la que la oferta y la demanda en el mercado laboral se equilibran — estaba alrededor del 7 ó 8 por ciento. “Justo ahora, la tasa de desempleo está apenas marginalmente arriba de la tasa natural de empleo”, dijo el Sr. Royal.

Además, se vieron indicios de que los principales proveedores de las familias todavía tenían trabajo. El alza en el desempleo vino a costa de los trabajadores jóvenes o aquellos cerca de la jubilación.

Sin embargo, el Sr. Rovai predijo que el desempleo llegaría a dígitos dobles conforme la recesión se vaya prolongando. También, los números podrían ser peores que la cifra general de desempleo al tener a más personas dejando de buscar trabajo y que por lo tanto ya no contarían como desempleados.

Otro factor que apoya a la economía es la red de beneficios de seguridad social creada por el gobierno. Aunque pone de cabeza la solvencia fiscal de Brasil elevando los costos del gasto del estado más allá de niveles rentables, está proporcionando un colchón contra la recesión.

“La red de beneficios sociales puede estar absorbiendo parte del golpe de la crisis”, dijo Mansueto Almeida, un especialista independiente sobre el presupuesto del gobierno. Pero dijo que este efecto de colchón sería limitado. El seguro por desempleo en Brasil, por ejemplo, dura sólo cinco meses.

Aun así, aunque la crisis parece menos visible de lo esperado, hay muchas señales de problemas justo debajo de la superficie.

Los cheques sin fondos en Brasil, por ejemplo, estuvieron en su nivel más alto en enero desde que se empezó a llevar un récord en 1991: 2.41 por ciento de todos los cheques cobrados, según Serasa Experian, el grupo de investigación de crédito.

El viejo enemigo de los brasileños, la inflación, mientras tanto, está de regreso y el mercado espera que continúe a romper el límite superior del objetivo del banco central de 6.5 por ciento para este año. Los consumidores, sin embargo, dicen que los aumentos de precios son mucho mayores que las cifras oficiales.

“Cuando haces tu compra semanal, productos básicos como pan y leche, si antes gastabas R$150, ahora estás pagando R$300 por lo mismo”, dijo la Sra. Martinez, la clienta de Ben & Jerry.

Mientras que su compra de helado importado puede lucir extravagante, de hecho es un lujo cada vez menos común.

“Antes yo consumía helado tres veces a la semana, ahora solamente una vez”, dijo.

Joe Leahy (c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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