Yaniris López
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La Romana
Elías nació hace 14 años en Barahona, pero vive desde los tres en el orfanato Niños de Cristo, aquí en La Romana. Cursa el octavo grado y le encanta jugar al baloncesto. Si no es basquetbolista, entonces quisiera ser ingeniero civil.
Con él viven otros 47 chicos entre 5 y 17 años provenientes de todo el país que se esfuerzan en olvidar un pasado triste mientras se preparan emocional y académicamente para insertarse con éxito a la sociedad.
Todos residen en el nuevo recinto para varones del Orfanato Niños y Niñas de Cristo, fundado en 1993 por Sonia Hane. El lugar, inaugurado en 2014 en Buena Vista Norte, fue construido por Maestro Cares, la fundación creada por el cantante Marc Anthony y el empresario Henry Cárdenas.
La estancia de 10,000 metros cuadrados es como una casa gigante con un gran jardín, estadio de béisbol, un enorme comedor, amplios dormitorios, biblioteca, enfermería y estancias comunes por donde entran grandes haces de luces. Allí reciben cuidados, alimentación y educación bajo la tutela de 12 empleados.
¿Cómo se sostiene? Gracias a las donaciones y al padrinazgo, explica Corinne de Bailliencourt (cariñosamente Coco), directora del centro de acogida.
Sin embargo, como se trata de un hogar con muchas necesidades, les hacen falta alianzas locales con empresas y personas que quisieran colaborar y hacer felices a niños necesitados y marcados por experiencias dolorosas.
Para entender esas necesidades cotidianas, Coco dice que “es como vivir en una casa pero multiplicado por 50”.
“Mantener un niño nos cuesta 600 pesos cada día. El padrinazgo se acerca a los 1,100 dólares al año. Los empleados están felices, todos multiplican sus talentos y se esfuerzan para que los niños se sientan bien. Pero son niños y jóvenes que han perdido mucho tiempo en la calle y necesitan aprender muchas cosas”.
Por eso la ayuda no es solo económica, sino de asistencia y voluntariado.
En estos momentos les urge encontrar niñeras para los más pequeños y profesores de deportes, informática, música e idiomas.
¿Cómo funcionan los puestos de trabajo? “Lo que hacemos es que identificamos nuestra necesidad, un psicólogo, por ejemplo, entonces empezamos a trabajar con alguien que nos patrocine a ese psicólogo”, expresa Franklin Torres, director operativo de la residencia.
Sobre los adolescentes, “nos interesa prepararlos con cursos técnicos a partir de los 16 años para que puedan empezar a trabajar a los 18. La Fundación Mir nos ha apoyado y nos ofreció becas, y estamos tratando de hacer alianzas con el Infotep y la Escuela Vocacional de la Marina”, sostiene Torres.
Más facilidades
La administración del orfanato acepta donaciones o facilidades para evitar emergencias relacionadas sobre todo con la alimentación y la salud de los niños y adolescentes.
“Estamos buscando desde hace mucho tiempo una empresa que nos pueda vender el pollo a un precio barato”, comenta Coco.
Igual se les complica conseguir medicamentos donados o a buenos precios.
“Cuando hay un brote de gripe, por ejemplo, los jarabes nos cuestan mucho si tenemos que comprar 10 o 15 a la vez. Más de la mitad de nuestros niños no tienen seguro y estamos desde hace meses tratando de conseguirlos con el Gobierno”.
Debido a que la mayoría de los niños no tiene actas de nacimiento, estos también presentan problemas en los procedimientos escolares.
“Todo funciona como un ciclo o una rueda, si se rompe la cadena, nada funciona”, dice Coco.
Franklin y Coco expresan que lo que quisieran es que más personas, empresas e instituciones locales se acerquen, conozcan el proyecto y se animen a colaborar para que más niños puedan ingresar al centro y encontrar allí motivos para ser felices.