SANTO DOMINGO. Preguntar qué pasaría si una cantidad del agua que se suministra al Gran Santo Domingo se le provee a la provincia Peravia consigue dos respuestas diferentes que dependen de a quién se le cuestione.
Los productores de la Junta de Regantes Nizao-Valdesia responden que salvaría la producción agropecuaria de Peravia. En cambio, el Gobierno contesta que se atentaría contra el servicio de agua de aproximadamente 4 millones de habitantes del Gran Santo Domingo, San Cristóbal y la misma Peravia.
Esta diferencia de criterios viene desde el año 2014, cuando el país estaba en una crisis de agua por la prolongada sequía –que sigue hoy día- y las autoridades decidieron controlar la salida de agua de las presas Jigüey y Valdesia, amparándose en el mandato constitucional de priorizar el servicio para el consumo humano.
Así, se decidió espaciar los días en que se proveía agua para el riego agrícola de la provincia Peravia, que está actualmente distribuido en cinco días de suministro y 10 días sin agua. Además, reducir de entre 11 y 10 metros cúbicos por segundo el caudal servido a entre 8 y 7 metros cúbicos por segundo.
Desde ese entonces, más de 5 mil agricultores y ganaderos ven pasar agua por el canal Marcos A. Cabral durante menos de una semana para mojar 175,797 tareas que reportan como productivas. Sin embargo, no es suficiente para alimentar la siembra de mangos, hortalizas, cocos, víveres y otros rubros, y calmar la sed del ganado. Estiman que más de 108 mil tareas están afectadas.
“El actual manejo del agua desde el 2015 ha tenido un impacto muy negativo en la producción de mangos, de hecho la producción se redujo como en 40 por ciento el año pasado, fincas bajaron en 30, 40 por ciento la producción exportable”, dice el hacendado Guillermo Contreras. Afirma que su empresa disminuyó en 35 % las exportaciones de mangos.
La Asociación Dominicana de Exportadores (Adoexpo) registra que Peravia es la provincia de mayor área de siembra de mangos del país, con 39.46 %. El Ministerio de Agricultura informó que en 2014 las exportaciones de esta fruta representaron más de US$17 millones. Su comercialización significa un aporte importante al Producto Interno Bruto (PIB) de la República Dominicana.
Sin embargo, al recorrer el municipio Matanzas, a ambos lados se observan amplios terrenos cultivables con una tierra negra pálida y reseca. Los árboles de mangos alternan su aspecto. Algunos están floreciendo, otros tienen hojas secas o marchitas. Son muestra de que esperan ser regados por una lluvia que está escasa –que los productores atribuyen al cambio climático- o agua provista por mecanismos controlados por el hombre.
“Todo eso era una bendición”, dice con resignación el agricultor Juan Rosario mientras observa las fincas, algunas ya en venta. Desde 1991 encuentra su sostén económico en el cultivo de 27 tareas de tierra en Las Calderas, que también están deprimidas. Hoy dice que vive “bajo la providencia divina”.
¿Qué se ha hecho para remediar?
En enero de 2015, el presidente Danilo Medina ordenó el desembolso de RD$70 millones para reparar los canales Marcos A. Cabral y Juan Caballero, unos seis pozos y otras obras, con el fin de mitigar los efectos de la sequía. A pesar de que se ejecutarían en un tiempo breve, hasta la semana pasada estaban realizados en 80 %, según informó a Diario Libre el director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi).
Pero los productores no están conformes con que se hagan solo trabajos de infraestructura, que describen en parte como mal manejados, ya que algunas zonas del canal están llenas de basura y maleza al no recibir agua. Lo que esperan también es que se rehabiliten los pozos y una treintena de compuertas del canal faltantes, y aumente el agua servida para el riego.
Inclusive, cuentan que han ocurrido escenas violentas por agricultores que se disputan el desvío del agua para sus predios.
“La situación de los productores de la Junta de Regantes es crítica, y lo lamentable del caso es que, si se hace un análisis juicioso, no hay necesidad de tener esa precariedad tan extrema que tenemos”, afirma Eugenio (Antonio) Peña, gerente de la Junta de Regantes.
Peña, quien es productor de mangos desde hace 12 años, asegura que los niveles de las presas Jigüey y Valdesia han mejorado para aumentar el servicio. Sin embargo, afirma que existe “pánico en la Presidencia de la República y en la CAASD” para aumentar el riego “porque se perderían votos” para las próximas elecciones del 15 de mayo, si la gente del Gran Santo Domingo empieza a tener cortes de agua.
¿Cuándo pudiera darse más agua?
Las presas Jigüey y Valdesia han mejorado su caudal, pero aún no alcanzan su cota máxima, explica el subdirector de Operaciones de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), Luis Salcedo.
Al viernes de la semana pasada, Valdesia tenía 140.55 de un nivel máximo de 150, es decir, que le faltaba llenar un espacio con una altura similar a un edificio de cuatro pisos. En el caso de Jigüey, estaba más crítica, en la cota 519.11 cuando la máxima es 541, para un faltante comparable a la altura de una torre de 8 niveles.
Los productores aspiran a que en vez de darles agua cada 10 días, sea cada cinco días, y se terminen de reparar cinco pozos faltantes. De ocurrir así, Salcedo estima que se agotaría con más rapidez el volumen de agua almacenado y la prioridad es el consumo humano.
Al preguntarle al funcionario qué tendría que variar para que esa ya no sea la prioridad, responde: “Que llueva y que el volumen almacenado en las presas se incremente sustancialmente; tiene que llover por varios días con una pluviometría bastante alta y esas lluvias son propias de la temporada ciclónica”. En números, ejemplifica, si Valdesia llegara a la cota 146 y Jigüey a 535 o 537.
Pero la Junta de Regantes no quiere esperar. Sus directivos han presentado su queja al Indrhi, pero la respuesta sigue siendo negativa.
“No es posible que no llueva jamás, a lo mejor en estos días, de abril en adelante, se está diciendo que va a volver a llover y esas presas se van a reponer. Acabar con la producción de la provincia Peravia, simplemente por un temor a que se va a acabar el agua y que no va a haber agua en la capital, es un sin razón”, concluye Peña.