BARCELONA (España). Un equipo iberoamericano de científicos coliderado por el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona ha descifrado el genoma de la alubia mesoamericana, judía común o fríjol, coincidiendo con la celebración del Año Internacional de las Legumbres.
Según los investigadores, secuenciar una fuente de proteínas de origen vegetal tan importante como es la judía será clave no sólo para mejorar su producción, sino también para mejorar la conservación de las variedades genéticas iberoamericanas.
El avance genómico se publica hoy en la revista “Genome Biology”.
El cultivo de las judías o fríjoles (Phaseolus) es uno de los más antiguos del mundo, ya que las judías se domesticaron en América hace miles de años, y junto con el trigo de maíz y la yuca han sido esenciales en todo el mundo.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), la judía común es una de las legumbres más consumidas y representa el 50% de todas las legumbres que se consumen en el mundo.
Las Naciones Unidas ha declarado 2016 como el Año Internacional de las Legumbres para aumentar la conciencia pública sobre los beneficios nutricionales de las legumbres.
Coincidiendo con esta efeméride, un equipo internacional de investigadores de Argentina, Brasil, México y España, a iniciativa del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED), ha descifrado el genoma de la judía común o mesoamericana (Phaseolus vulgaris).
El proyecto ha sido coliderado por Alfredo Herrera-Estrella, del Laboratorio Nacional de Genómica de Irapuato (México); Roderic Guigó, coordinador de Bioinformática y Genómica en el Centro de Regulación Genómica y profesor en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y Toni Gabaldón, jefe de grupo en el CRG.
Según Guigó, el genoma contiene la información hereditaria de todas las células de los organismos vivos y determina las características biológicas, con lo que la búsqueda sistemática del genoma de las plantas ayuda a mejorar su agricultura.
También contribuye a mejorar los cultivos en algunas características clave como son la resistencia a la sequía o la calidad nutricional de las semillas comestibles, y amplia las posibilidades de uso de estos cultivos no sólo como alimento sino también en la industria.
El equipo seleccionó para este proyecto un tipo de judía mesoamericana específico -BAT93- por ser uno de los más importantes a la hora de generar las variedades más utilizadas.
El equipo estableció una plataforma tecnológica que culminó con la secuenciación y el ensamblaje de los 620 millones de pares de bases que forman el genoma e identificaron un total de 30.491 genes.
Los científicos también analizaron sus patrones de expresión y estudiaron “cuándo” y “dónde” estos genes son funcionales y están activos.
“La secuencia del genoma de la judía, tanto de la variedad andina, que se secuenció previamente, como de la mesoamericana, contribuirán de forma definitiva a identificar genes implicados en la resistencia a enfermedades, la sequía y la tolerancia a la sal, la fijación de nitrógeno, la formación de las células reproductoras y calidad de la semilla, entre otros”, ha dicho Guigó.
En una segunda fase del proyecto, los investigadores secuenciaron el genoma de una docena de otras variedades de judías y algunos de sus parientes cercanos.
“Este es un ejemplo de cómo la bioinformática y la secuenciación del genoma contribuirán a obtener variedades de mayor calidad y más productivas de un cultivo que se ha convertido en esencial para el consumo humano”, ha añadido Herrera-Estrella.
El proyecto PhasIbeAm, que pretendía secuenciar la judía mesoamericana común, se inició en 2009 y ha contado con un presupuesto total de 2.482.000 dólares.