El jarabe con cuchara es un error

La imagen de una amorosa madre persiguiendo a un travieso churumbel, cuchara en ristre, va a pasar la historia. De hecho, los papeles van a cambiar: la madre que le dé la cuchara al pequeño va a pasar de abnegada a inconsciente y el crío que corretee dejará de ser revoltoso para convertirse en juicioso. Y es que un estudio de la Universidad de Cornell (EE.UU.) ha demostrado que calcular a ojo de buen cubero en una cuchara la cantidad de medicamento que se administra es un craso error.

Si dejamos de utilizar la clásica cuchara, los errores en cuanto a dosis se reducirán en un 50%. Y eso es muy importante, pues equivocarse en la dosis no es nada bueno. Hay medicamentos con los que no pasa nada si le pones unos miligramos de más o de menos, pero en algunos otros la cuestión no es baladí. Por ejemplo, en los jarabes para la tos, la medida es de vital importancia. Si se te va la mano y te pasas de la dosis recomendada, puedes tener efectos secundarios como opresión en el pecho. Otro medicamento que es especialmente tiquismiquis en cuanto a su administración es el Primperan, esa panacea que acaba con los vómitos cuando te haces uno con la taza del WC. Si te pasas con él, puedes padecer rigidez articular, torticolis y hasta mirada perdida. Vamos, que se haría cierto el dicho que es peor el remedio que la enfermedad.

Dependiendo de la cuchara elegida, también variará tu margen de error. Por ejemplo: en las cucharillas de café (que dispensan 4 g) tendemos a servir un 8,4% menos de lo que deberíamos. En cambio, con las soperas, nos pasamos una media de 11,6%. Así que lo mejor es conservar la cuchara o el dosificador que venga con el medicamento. Y si no, calcular la dosis con mililitros con una jeringuilla.

Fuente: Mens Health

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