Air France jubila al Boeing 747, el avión que cambió para siempre la aviación mundial

París (CNN) – En cuanto a los viajes ida y vuelta respecta, este fue singular: de París a París sin ninguna escala, e incluyó a un grupo de hombres y mujeres adultas de ojos llorosos.

Para Air France y sus Boeing 747, fue el momento de decir adiós, pero a la aerolínea y a su personal les estaba costando hacerlo.

El último vuelo programado del Air France 747 había aterrizado días antes, pero aquí estábamos todos a las 8 a.m. para los dos “últimos vuelos” alrededor de Francia, los cuales, de hecho, fueron solo un preludio de otros cuantos “últimos vuelos del 747” alrededor del campo de aviación de Le Bourget.

Cuando Air France anunció que iba a abandonar sus tres últimos 747 porque simplemente son demasiado caros de mantener, el conmutador de la aerolínea se vio abrumado.

Unas 30.000 personas trataron de abordar uno de esos últimos vuelos.

¿Por qué tanta nostalgia por el Boeing con el golpe de vuelta?

Un especialista francés en la aviación dijo que cree que es porque el avión fue el primero en “democratizar” los vuelos.

Cuando el 747 entró al servicio inicialmente con Pan Am en 1970, ganó un estilo distintivo y tenía cierta cantidad de elegancia.

¿Recuerdas esa escalera en caracol hacia la cubierta superior con su bar abierto? ¡Por supuesto que se trataba de primera clase!

Su incomparable capacidad para acomodar personas y su rango estimularon los viajes internacionales en avión durante toda una generación, lo que le otorgó el apodo de la “Reina de los cielos”.

El enorme avión podía transportar a tantos pasajeros a tantos lugares lejanos que más y más personas tuvieron su primera aventura en el extranjero gracias a un 747.

De hecho, un 747 mantiene el récord de la mayor cantidad de pasajeros transportados por un avión comercial, según Air France.

En 1991, la aerolínea israelí El Al evacuó a los judíos de Etiopía en un Boeing 747 transportando a más de 1.080 pasajeros.

Dos bebés nacieron a bordo.

Durante 37 años, el 747 fue el avión comercial más grande del mundo, hasta que el Airbus A380 apareció en el 2007.

A medida que los ingenieros diseñan aviones más eficientes, se espera que Delta Air Lines y otras aerolíneas imiten a Air France y retiren paulatinamente sus 747 en los próximos años.

Para los pilotos —muchos ellos son pilotos activos o se han retirados desde hace mucho tiempo y estaban a bordo de nuestro “último” vuelo— el avión representaba la última experiencia de vuelo real antes de que las computadoras se hicieran cargo.

Poleas y cables corren a lo largo y ancho del avión para conectar los controles de la cabina de vuelo a las superficies de control de las alas y la cola.

Los pilotos dicen que ellos tenían una habilidad natural con el avión de una manera en la que los aviones más modernos, operados por computadoras, con sus sistemas electrónicos y servos simplemente no pueden duplicar.

Y los veteranos tenían historias que contar. Uno recordó cuánto tiempo había pasado en la escuela de rodaje, practicando cómo maniobrar al avión gigante en tierra.

La cabina de mando estaba tan lejos frente al tren de aterrizaje que los pilotos tenían que aprender que una vuelta les daba la sensación de viajar de lado, en lugar de moverse directamente hacia adelante.

Además, los aeropuertos no estaban inmediatamente equipados para manejar un avión tan grande.

Las pistas de aterrizaje y de rodaje tuvieron que ser ampliadas, rediseñadas, y despejadas, ya que los extremos de las alas a veces quedaban ajustados.

Otro piloto recordó haber fumado cerca del agujero del sextante.

En los primeros días (si puedes imaginar una época antes del GPS), miembros de la tripulación utilizaban un sextante de navegación astronómica para determinar su posición cuando estaban fuera del rango del radio.

Los 747 permitían tales recorridos de larga distancia… a lo largo de los polos, por ejemplo. Así que el avión venia equipado con una pequeña puerta en el techo de la cabina para la observación de las de estrellas con un sextante.

El sextante fue retirado, pero no la compuerta.

Y cuando se prohibió fumar en los aviones, a los miembros de la tripulación a quienes les estaba costando dejar de fumar algunas veces podían ser encontrados encendiendo un cigarrillo cerca del agujero del sextante, el cual sacaba el humo.

Pero basta de nostalgia.

Habíamos volado desde París hasta Marsella, al otro lado del golfo de Vizcaya, por la costa oeste de Francia hacia Monte Saint-Michel, y ahora nos estábamos aproximando para el aterrizaje de vuelta al punto de partida: el Aeropuerto de París Charles de Gaulle .

Un joven de 20 años que estaba estudiando para ser un piloto comercial (su abuela le pagó su boleto de 220 euros para el “último vuelo”) se lamentó de que nunca tendría la oportunidad de volar un 747.

Al auxiliar de vuelo se le quebró la voz al hacer el anuncio para el aterrizaje. Y luego al capitán.

Thierry Mondon hizo lo que fue uno de los “últimos” aterrizajes de un 747 más suaves de su carrera.

Los bomberos del aeropuerto acudieron a darnos un saludo de cañón de agua.

El personal de tierra tomó fotos.

Y después de que el avión finalmente se detuvo y apagaron la señal de “abrocharse los cinturones”, un viejo piloto de Air France que estaba sentado frente a mí, con los ojos llorosos, se negó a desabrocharse.

“Estoy unido a este avión”, dijo, “y no lo voy a dejar ir”.

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