MOSCÚ. ¿Quién dijo que las bicicletas eran solo para el verano? Que se lo pregunten a los miles de moscovitas que participaron hoy en la primera marcha cicloturista invernal a 15 grados bajo cero.
“Llevo más de 60 años pedaleando en invierno. Mientras pedaleas no sientes el frío”, aseguró a Efe Guennadi Suzdal, de 80 años, que construyó con sus propias manos un triciclo en el que puede reclinarse cómodamente sobre el asiento.
La incesante nieve, el asfalto resbaladizo y el viento gélido no impidieron que los ciclistas recorrieran en apenas dos horas los 14 kilómetros de marcha, que comenzó y terminó frente al parque Gorki y tuvo como ecuador el Kremlin.
El objetivo de la iniciativa -que fue respaldada por el Ayuntamiento, que cerró las calles aledañas y retiró la nieve del circuito- era promover el deporte y el uso de carriles bici en una ciudad famosa por sus interminables atascos.
“He venido con mis nietos. Debemos dar ejemplo y promover la vida sana o nuestros hijos caerán en vicios, como las drogas y el alcohol. Necesitamos más carriles bici”, señaló Valeria, una mujer de 50 años, al lomo de una bicicleta de paseo.
Con un ánimo impropio de las bajas temperaturas invernales, los cicloturistas fueron llegando al punto de encuentro pedaleando, algunos desde sus casas, otros desde la parada de metro o trolebús.
Los menos llegaron en coche, pero en lo que todos coincidían era en ir bien equipados para soportar el frío, sea con ropa deportiva, guantes, gafas, rodilleras y calzones térmicos, con anoraks o, excepcionalmente, abrigos de piel.
Muchos habían organizado grupos en sus barrios a través de las redes sociales con el fin de encontrar el camino más corto, compartir consejos sobre la vestimenta y evitar accidentes, ya que los coches suelen respetar menos a los ciclistas solitarios.
“No he venido a competir, sino a demostrar a mi familia que soy capaz de andar en bicicleta bajo la nieve”, comentó Nina, que iba vestida como si hubiera salido a pasear al perro.
No faltaban los ciclistas vestidos como Ded Moroz (el Abuelo Frío, versión rusa de Papá Noel), las que llevaban cestas como Caperucita Roja y otros con caretas de superhéroes y gorros de todas las formas y colores.
“Me he entrenado durante más de un mes para este día. Es la primera vez que monto en bicicleta en invierno y me ha gustado tanto como en verano”, señaló una deportiva Zhanna, de 28 años.
Un pequeño tentempié, en forma de sandwich, té caliente o chocolate en un termo fue todo lo que necesitaron los ciclistas para entrar en calor antes de comenzar la marcha, aunque los organizadores animaron insistentemente a los participantes a calentar y hacer gimnasia.
Debido a las bajas temperaturas, que rondaban entre los 12 y 15 grados bajo cero, la organización fue muy puntual al dar el pistoletazo de salida al mediodía hora local (08.00 GMT).
Aunque el frío animaba a correr, los ciclistas se lo tomaron con calma ya la organización había establecido unas reglas muy estrictas para evitar accidentes, lo que fue aceptado de buen grado por todos.
Circular solo por la calzada, prohibido adelantar, una velocidad media de menos de 15 kilómetros por hora, no hacer movimientos bruscos, retirarse a la acera en caso de avería, no consumir bebidas alcohólicas y mantener la distancia de seguridad.
“!Éste es un desfile, no una carrera!. ¡Disfrutad del paseo!”, insistieron los organizadores, que destacaron que el invierno “no debe ser un obstáculo para montar en bicicleta”, por lo que llamaron a las autoridades a limpiar mejor las calles en invierno.
Con el congelado río Moskova como testigo, las bicicletas -de carrera, de montaña, plegables, con ruedas de moto y tándem- no eran las únicas estrellas, ya que hubo hueco para triciclos, vehículos de cuatro ruedas y patinetes de diferentes tamaños.
Dos niños de unos 10 años, Ígor y Nikita, conducían un pequeño coche con tracción a las cuatro ruedas fabricado por el padre del primero.
“Yo no pedaleo ya que mi único motor son mis piernas”, señaló Valentín, de 47 años, a bordo de un patinete retocado con una rueda delantera de bicicleta de montaña.
No faltaron los ciclistas-equilibristas, que más parecían artistas de circo, montados sobre una sola rueda, algunas de ellas propulsadas por electricidad, que despertaron la admiración de participantes y asistentes.
Y es que también hubo aficionados a las dos ruedas, familiares y curiosos que se acercaron a orillas del río para animar a los temerarios ciclistas.
“¡Bravo!¡Valientes!”, gritaban los transeúntes que veían pasar a los ciclistas, que se ganaron su mayor ovación al llegar a los muros del Kremlin, cuyo principal inquilino, el presidente ruso, Vladímir Putin, es un conocido aficionado al judo y al esquí.
EFE/ Ignacio Ortega