SANTO DOMINGO. “Ay, esto no es verdad. Ay Dios mío, mi hija. Ay, por qué ese hombre me tuvo que quitar a mi hija”. Así lloraba Mercedes Reyes a su hija Carolina Cecilia Rijo Reyes, de 34 años, asesinada ayer por su expareja, Joaquín Omar Soto Trinidad, de 38 años, en el patio del Juzgado de Paz Ordinario del Ensanche Ozama, en Santo Domingo Este.
Ella, sargento de la Policía adscrita al Sistema de Emergencia 9-1-1, fue citada por petición de él, que supuestamente buscaba la custodia del hijo de dos años que procrearon. Ni siquiera permitió que entrara a la sala y la justicia decidiera. Él lo hizo. La vida de Carolina terminó próximo a las 9:30 de la mañana.
“Cuando ella llegó, ya él estaba aquí hacía rato. Cuando ella lo saludó, él le dijo ven acá para decirte una cosa, y se la llevó para allá, y entraron en forcejeo. Ella voceó, y fue cuando intervino la amiga, y dijo: la va a matar, la va a matar, y todos corrimos para allá”, narró Masiel Pimentel, una testigo.
Soto Trinidad, un sargento desertor de la Armada Dominicana, le dio a Carolina al menos tres disparos con una arma 9 milímetros, de la que todavía no se precisa si era la de reglamento. Al primero -en la cabeza- cayó al suelo, a la sombra de una mata de mamón, y luego, le propinó otros dos, afirman los testigos.
Bajo la sombra, ahí quedó su cuerpo, hasta que fue levantado por el médico legista Cándido Jiménez a las 11:36 a.m. El cadáver fue trasladado por personal del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, para fines de autopsia. Será velado en la funeraria Blandino de la avenida Charles de Gaulle.
En el incidente también resultó herida Ingrid Berenice de la Cruz, de 32 años, la amiga de Carolina que la acompañaba. De la Cruz recibió dos disparos, y está ingresada en el hospital Darío Contreras, mientras que Soto Trinidad fue detenido por la Policía cuando intentó huir. Antes, dijeron los presentes, vació el arma, tirando tiros al estilo “viejo oeste”.
Más seguridad
Consternadas y nerviosas, mujeres que presenciaron el hecho, se quejaron de la poca seguridad que prevalece en los tribunales a donde acuden a buscar justicia. La mayoría va a solicitar que los padres cumplan con la manutención de los hijos. “Nunca ha habido seguridad, nada más Frías. Frías (un militar) es el que trató de defenderla para que no la mate)”, dijo Masiel Pimentel, quien ha ido varias veces a este recinto.
Los testigos indican que Soto Trinidad vociferó: “Quítense que como quiera la voy a matar”, y no fue detenido.
“Ahí no hay más muertos por la gracia de Dios, porque estábamos todas ahí”, sostuvo Lindalia Díaz.
Ciudadanos que se acercaron al lugar también manifestaron su descontento por la inseguridad en recintos públicos como éstos, y abogaron para que haya más control en el ingreso de personas con armas.
Al lugar acudió el vocero de la Policía, Máximo Báez Aybar, y la fiscal de la provincia Santo Domingo, Olga Diná Llaverías, quien salió rauda.