SHANGHÁI. Las bolsas chinas de Shanghái y Shenzhen cerraron el lunes por primera vez de forma prematura tras un espectacular derrumbe del 7%, en virtud de un nuevo y controvertido mecanismo contra la volatilidad de los mercados.
La caída de este lunes fue consecuencia de la publicación de malos indicadores en la segunda economía mundial, en particular la contracción de la actividad manufacturera en diciembre, por quinto mes consecutivo.
Esta situación tuvo repercusiones en las demás bolsas asiáticas, que cerraron con bajas, y en las europeas, que abrieron en claro retroceso, aunque también lastradas por las tensiones entre Arabia Saudita e Irán.
En China, el hundimiento del índice CSI300, que aglutina las 300 principales compañías cotizadas en las dos bolsas, obligó a la suspensión de la cotización, aplicando por primera vez el nuevo reglamento de las autoridades de regulación.
En un primer momento la cotización fue suspendida durante 15 minutos pero no logró evitar el derrumbe.
El objetivo de la suspensión era frenar la alta volatilidad y evitar que se repitiera el crack de la bolsa china del año pasado.
Cuando se produjo el cierre adelantado de la sesión, el índice de Shanghái había perdido 6,86%, (242,92 puntos), hasta 3.296,26 enteros. En Shenzhen, la caída era del 8,22%, hasta 2.119,16 puntos.
La normativa que provocó esta situación y que entró en vigor este lunes —primer día de cotización en 2016 en China— prevé que si el índice CSI300, que incluye a grandes bancos y compañías petroleras estatales, gana o pierde un 7%, los intercambios quedan suspendidos por el resto de la sesión. El propósito es evitar el pánico, es decir los “riesgos sistémicos”.
¿Sistema contraproducente?
Pero algunos analistas consideran que este sistema puede ser contraproducente, agravando la volatilidad en lugar de reducirla. “El mecanismo es únicamente un instrumento y no ayudará al mercado a hallar su verdadero valor”, dijo a la AFP Shen Zhengyang, de Northeast Securities.
“Lo que más me inquieta es que la aplicación del sistema va a afectar la liquidez del mercado. Los inversores que quieren vender no pueden hacerlo, y los que quieren comprar, tampoco. Los intercambios se van a reducir si [estas suspensiones prematuras] se producen con demasiada frecuencia”, explica.
El derrumbe de este lunes también se debe a que próximamente expirarán las medidas tomadas el año pasado por las autoridades para frenar el hundimiento de los mercados, según los analistas.
En julio, el gobierno de Pekín decidió temporalmente prohibir vender a los accionistas que posean más del 5% de una empresa cotizada en bolsa para evitar bruscos derrumbes bursátiles como los ocurridos en China a mediados de 2015.
La medida permitió frenar la hemorragia y la bolsa de Shanghái terminó el año en alza de 9,4%, mientras que la de Shenzhen tuvo una progresión anual del 63%.
Este sistema de suspensión de mercados existe en otros lugares. La bolsa de Nueva York aplicó un sistema similar a finales de los años 1980 —en caso de fluctuación superior al 20%— que fue utilizado por primera vez en 1997 pero que desde entonces se aplica raramente.
Tras el derrumbe y cierre prematuro de sesión en las dos grandes bolsas de China, las principales plazas europeas operaban el lunes por la mañana con pérdidas que oscilaban entre 2 y 3%. El índice Nikkei 225 de la bolsa de Tokio había caído al cierre algo más del 3%.
Por Ludovic Ehret