FRESNO, California. En un parque de caravanas situado entre los cultivos de regadío que ayudan a hacer del valle californiano de San Joaquin la zona agrícola más rica del mundo, Giselle Alvarez, de 16 años, una de las pocas que habla inglés en la comunidad de campesinos, lee perpleja los avisos colocados en las puertas: en su agua potable hay algo peligroso.
Los niveles de uranio, advierten los carteles, superan los niveles considerados seguros por el estado y el gobierno federal. La ley obliga al propietario del parque a colocar los avisos. Pero están mal escritos y en su mayoría en inglés, un lenguaje que pocas de las docenas de familias de habla hispana que viven allí pueden leer.
“Dice que pueden beber el agua, pero que si beben el agua durante un periodo de tiempo, pueden tener cáncer”, dijo Alvarez, cuya familia trabajadora no tiene más opciones que seguir bebiendo y cocinando con el agua contaminada del grifo. “En realidad no explican”.
El uranio, del que se obtiene el combustible nuclear para centrales eléctricas y bombas atómicas, aparece cada vez más en los sistemas de agua potable en las grandes regiones agrícolas del oeste de Estados Unidos. Es un efecto natural, pero inesperado, del regadío, la sequía y la sobreexplotación de las reservas de aguas subterráneas.
Una investigación de Associated Press en los valles agrícolas del centro de California —así como en las Llanuras Centrales del país, otra de las zonas más afectadas— descubrió que las autoridades no están haciendo gran cosa por informar del riesgo al público general.
Eso incluye a los que utilizan pozos privados, una de cada cuatro familias en este valle agrícola y que, sin saberlo, beben cantidades peligrosas de uranio. Las autoridades señalan que la exposición a largo plazo al uranio puede dañar los riñones y aumentar el riesgo de cáncer, y los científicos afirman que puede tener otros efectos perjudiciales.
En esta zona de cultivos, que se extiende por unas 250 millas e incluye varias ciudades, hasta uno de cada 10 sistemas de aguas públicas tiene niveles de uranio por encima del nivel de seguridad en su agua antes de ser depurada, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
De forma más general, casi 2 millones de personas en el Central Valley de California y el Medio Oeste de Estados Unidos vive en un radio de media milla de depósitos de agua con niveles de uranio superiores a los límites saludables, indicaron en septiembre científicos de la Universidad de Nebraska en un estudio.
Organismos como agencias estatales y pequeñas escuelas rurales tratan de buscar la forma de actuar ante cientos de pozos públicos contaminados.
Eso incluye los pozos de agua de la escuela elemental Westport, donde estudian 450 niños a las afueras del núcleo agrícola de Modesto, en el centro de California.
En el patio escolar, los niños se toman un descanso de los juegos para beber en fuentes que llevan letreros en inglés y español que las identifican como seguras para beber.
La escuela tiene uno de los 10 sistemas de pozos en el centro de California a los que se han añadido instalaciones para retirar el uranio del agua en los últimos años. El mecanismo puede costar entre 65.000 dólares y millones de dólares.
En el exterior del patio de la escuela, un responsable de mantenimiento muestra las llaves de la instalación de tratamiento de agua del centro, situada en un cobertizo. Dentro, un sistema de tuberías, indicadores y recipientes con aspecto similar al de una botella de oxígeno extraen hasta una libra (unos 450 gramos) al año de uranio del pozo de agua de la escuela.
El uranio extraído de estos sistemas de agua se maneja como el material nuclear que es: lo retiran trabajadores con máscara, guantes y otros equipos de protección, explicó Ron Dollar, vicepresidente de la empresa de Colorado Water Remediation Technology. Después se procesa para convertirlo en combustible nuclear para centrales eléctricas, señaló
Antes del tratamiento, el agua de Westport registra niveles de esta sustancia cuatro veces superiores a los límites estatales y federales. Tras el tratamiento, es segura para que niños, maestros y empleados la beban.
Mientras tanto, la ciudad de Modesto, de medio millón de habitantes, gastó hace poco más de 500.000 dólares para empezar a mezclar el agua de un pozo contaminado para diluir el uranio hasta niveles seguros. El ayuntamiento ha retirado otra media docena de pozos con niveles excesivos de uranio.
Las autoridades del estado no llevan un registro del gasto en pozos contaminados con uranio. Pero la Junta de Control de Recursos de Agua del estado identificó al menos 16,7 millones de dólares invertidos por el estado desde 2010 para ayudar a que los sistemas de aguas públicas respondan a altos niveles de uranio.
En los próximos años, es probable que más sistemas de aguas se vean instados a invertir en estas costosas soluciones, señaló Miranda Fram, investigadora del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) en Sacramento.
Fram y sus colegas creen que la cantidad de uranio en el agua potable del Central Valley aumentó en los últimos 150 años con la expansión de la agricultura.
En California, al igual que en las Rocosas, el deshielo de la nieve en las montañas arrastra sedimentos con trazas de uranio hasta las tierras bajas, donde se utiliza agua subterránea para regar los cultivos.
El regadío ayuda a cultivar durante todo el año, y las plantas de regadío crean de forma natural un suave ácido que extrae más y más uranio de los sedimentos.
Las bombas de agua subterráneas llevan el agua contaminada a la tierra, donde la recogen los pozos que proveen agua para beber.
El USGS estima que el nivel medio de uranio en pozos de suministro público en la zona oriental del valle de San Joaquin aumentó un 17% entre 1990 y mediados de los 2000. La cantidad de pozos de suministro público con niveles inseguros de uranio, mientras tanto, ascendió del 7% al 10% en el mismo periodo en esa zona.
“No debemos tener ninguna duda sobre si el agua potable con uranio es un problema. Lo es”, afirmó Doug Brugge, profesor de salud pública y medicina comunitaria en la Facultad de Medicina en la Universidad Tufts de Boston. “Cuanto mayor sea la población que bebe esta agua, más gente se verá afectada”.
En California, los cambios en la regulación de aguas desde finales de 2000 han introducido pruebas obligatorias de uranio en los sistemas de aguas públicas.
Pero en lo referente a los propietarios de pozos privados y sistemas más pequeños, las autoridades no pudieron señalar a ninguna campaña de salud pública en las zonas más afectadas, o ninguna ayuda prestada para tomar medidas en los pozos contaminados con uranio.
“Cuando se trata de pozos domésticos privados, hacemos lo que podemos por difundir la noticia. Se puede decir que siempre hay más por hacer”, dijo John Borkovich, responsable de calidad de agua en la Junta de Control de Recursos de Agua.
Associated Press encargó análisis independientes de pozos en cinco viviendas rurales a las afueras de Modesto. Según los resultados, el agua de dos de los cinco pozos privados superó los máximos del gobierno para uranio, y de hecho registraron el doble y el triple del máximo.
Ninguna de las cinco familias había oído que el uranio pudiera ser un problema.
“Estaría bien ser informados, para que podamos tomar una decisión informada, y esos pozos puedan analizarse”, dijo Michelle Norleen, propietaria de uno de los pozos y que después se sintió aliviada al saber que su agua era segura.