El sector público debe preparar el terreno para que el sector privado lo siga. Muy afectados por la crisis económica mundial, los países caribeños, plagados de deudas, han tenido dificultades para recuperarse. Después de las contracciones de 2009 y 2010, el crecimiento promedio nacional en producción real ha aumentado muy lentamente y aún no ha alcanzado el 2 por ciento, aunque el Banco de Desarrollo del Caribe proyecta que superará ese marcador en 2015.
Los niveles de inversiones “greenfield” han sido erráticos desde la crisis y declinaron el año pasado después de alcanzar un máximo de US$9.1 mil millones en 2013, según estimados de fDi Markets, un servicio de datos del Financial Times.
Hasta el momento, las cifras para 2015 son inferiores al rendimiento del pasado año. Los países de la región no pueden permitirse un descenso de la inversión extranjera directa (IED) cuando la mayoría está sufriendo de un alto desempleo y por lo tanto necesita desesperadamente de empleos e inversiones.
La demografía de la región debería prestarse para una fuerza laboral fuerte y estable — es una población joven compuesta en más del 50 por ciento por personas de menos de 30 años — pero las economías estancadas y los deficientes sistemas de educación han dejado a muchos jóvenes a la deriva.
Los niveles de desempleo juvenil en el Caribe se encuentran entre los mayores del mundo, lo cual provoca criminalidad y pobreza, así como un aumento de la migración.
El desempleo a esta escala solamente se puede abordar con el apoyo de la IED; aunque el crecimiento orgánico de las industrias domésticas es parte del rompecabezas, no puede hacerle frente al problema por sí solo.
Los gobiernos de la región están dándose cuenta de esto y ya están en marcha incipientes esfuerzos para la promoción de la inversión incluso en algunas de las islas más aletargadas.
Ahora también está surgiendo un enfoque más colaborativo hacia la promoción de la inversión a nivel regional. Los difíciles momentos económicos han convencido a muchos gobiernos de las pequeñas islas caribeñas de unirse y enfrentar sus retos compartidos que impiden las inversiones.
Los países caribeños tienen tanto la bendición como la maldición de ser imanes naturales para el turismo. El sector turístico aún contribuye la mayor parte de los ingresos, pero es un sector caprichoso y propenso a las recesiones.
Sin embargo, alentadoramente, la cartera de IED de la región es más diversa de lo que se piensa y no está totalmente dominada por el turismo. Desde 2010, el sector de las comunicaciones ha atraído la mayor parte de las inversiones de capital, con un estimado de US$5.9 mil millones, según fDi Markets, seguido por los metales (US$4.2 mil millones); bienes raíces (US$4 mil millones); carbón, petróleo y gas natural (US$3.5 mil millones); y finalmente hoteles y turismo (US$3.4 mil millones).
LIME, con sede en Granada, una subsidiaria de Cable & Wireless Communications, con sede en el Reino Unido, es la compañía de telecomunicaciones más activa, y ha realizado inversiones en una serie de países vecinos en los pasados cinco años por un estimado de US$1.6 mil millones.
Basado en el número de proyectos, los servicios empresariales y financieros son los más prolíficos, siendo responsables de 118 proyectos desde el año 2010. La energía alternativa es de un interés creciente para los gobiernos caribeños, y ahora es el sector ubicado en el sexto lugar. Las inversiones en sectores como las comunicaciones y la energía pueden crear un círculo virtuoso conforme ayudan a abordar algunas debilidades en el ámbito comercial de la región. Lo mismo sucede con una mayor inversión en carreteras e infraestructura dura.
Pero el mayor obstáculo para las inversiones en el Caribe sigue siendo las deficientes habilidades. Aquí los gobiernos tendrán que invertir más en educación para cerrar la brecha entre la fuerza laboral subempleada y los tipos de empleos que podrían sacar de la pobreza a la juventud de la región.
Los inversionistas extranjeros directos pueden trabajar posteriormente sobre esa base, proveyendo idealmente la capacitación que les permita a las economías caribeñas incrementar su valor.
Courtney Fingar (c) 2015 The Financial Times Ltd. All rights reserved