Japòn .- Japón tiene el prestigio de estar fascinado por los robots y los aparatos de alta tecnología. Es una nación a la vanguardia de la innovación manufacturera. Pero la realidad tecnológica en muchos sitios de trabajo es sorpresivamente diferente.
Este es un país que emplea humanos para hacer el trabajo de semáforos y donde empresas de renombre siguen utilizando programas de hace diez años. Las cintas de cassette todavía se venden en los numerosos almacenes que suplen oficinas al lado de las máquinas de fax. (¿Alguien se acuerda de esas?) Hasta las visionarias compañías como Sony todavía envían faxes.
“Las compañías japonesas generalmente están rezagadas de otras internacionales entre 5 y 10 años en cuanto a la adopción de prácticas modernas de tecnología, especialmente las que están en la industria del software”, explica Patrick McKenzie, jefe de Sartfigher, una empresa de software con operaciones en Tokio y Chicago.
Resulta curioso que esto suceda en el país que desarrolló el primer sistema de pagos electrónicos sin contacto del mundo, el tren bala y el Sony Walkman.
En Japón se puede pagar con el teléfono pero, en realidad, aquí casi nadie usa sus carteras electrónicas; lo mismo pasa con Skype en la oficina u otras herramientas de archivo disponibles en la nube, como Dropbox.
Todo a pesar de que Japón tiene una de las mejores infraestructuras de Internet en el mundo.
Faxes escritos a mano
Yoji Otokozawa, presidente de Interarrows, un firma consultora de tecnología basada en Tokio, dice que el Japón corporativo tiene baja competencia informática porque son las pequeñas empresas, no las multinacionales, las que mandan en el país.
“El meollo del asunto es que hay que entender cómo las pymes (pequeñas y medianas empresas) dominan el panorama empresarial japonés”, expresa. Las pymes conforman el 99,7% de los 4,2 millones de compañías en Japón, según el Ministerio de Economía Comercio e Industria de ese país. De manera que la tercera economía del mundo está manejada por establecimientos menores, no por los gigantes que todos conocemos en el exterior.
Estas pymes frecuentemente son conservadoras, si no del todo luditas (como se conoce a la gente que opone a la tecnología, en referencia a la clase trabajadora británica que se opuso a la Revolución Industrial).
“Suelen usar el servicio postal o el fax para comunicarse. Algunas veces nos llega un fax escrito a mano, lo que significa que ni siquiera usan un procesador de palabras como Word”.
Fuente: Lanacion.com