María García enfrenta las mismas precariedades que la llevaron en dos ocasiones a intentar suicidarse, pero ahora lo hace con una mentalidad distinta: dando la cara y valorando la vida.
Esta joven de 26 años se atreve a contar su historia y mostrar su rostro a través de LISTÍN DIARIO, porque considera que su testimonio puede hacer recapacitar a otras personas que ven en el suicidio la única salida a la realidad que padecen en un momento determinado.
El primer intento de quitarse la vida fue cuando García apenas tenía 13 años, ingiriendo una sustancia usada para limpiar baños. No era el primer episodio de esa naturaleza en la familia, ya que su madre, Olga de Jesús, se quitó la vida cuando María tenía un año de edad.
La abuela de María, Fabiola de Jesús, de 73 años, recuerda que su hija se suicidó cuando tenía 22 años, porque la familia se oponía a una relación que ella tenía con un “hombre de la calle” y con fama de golpear a las mujeres.
Tras la muerte de su madre, María, a quien conocen como Mariel, quedó al cuidado de sus abuelos, pero por las precariedades de la familia luego del fallecimiento de la cabeza del hogar no podían sustentarla y decidieron cederla a otra familia. Ella asegura que en su nueva casa se sentía sola y era tratada como una extraña.
“La dueña de la casa me trataba bien, pero su madre no, porque le decía a los niños que yo llegué a quitarles el lugar de ellos”, cuenta García sobre esa etapa de su adolescencia que la hacía añorar una verdadera familia.
Recuerda que decidió atentar contra su vida a tan temprana edad en una actitud de rebeldía porque entendía que su madre la había dejado sola. “Yo decía que si mi mamá lo hizo era porque no me quería, porque si ella se suicidó era porque yo no le importaba. En ese momento yo sentía que no le importaba a nadie”, añadió.
Precariedades
María se casó y procreó un hijo, ahora con dos años, pero las precariedades económicas iban cada día en aumento, pues ella y su esposo quedaron sin trabajo y con frecuencia no tenían cómo alimentar a su pequeño.
Esa situación la sumió en una depresión y un día, sola en la casa con su hijo, llegó a escribir una nota en la que especificaba quién debía cuidar a su vástago cuando ella no estuviera.
Cuando fue a la cama a ver su niño por última vez, García reflexionó, rompió la nota que había escrito y pensó que no podía hacerle a su hijo lo mismo que su madre le había hecho, porque luego la necesitaría tanto como ella añoró a su progenitora en sus momentos de soledad y dolor.
“Uno tiene una espina clavada y se pregunta por qué la madre te deja. Cuando me iba a suicidar, yo pensé en mi hijo, cuánto me iba a necesitar. Ahora él no sabe nada pero cuando esté adulto se preguntará lo mismo que yo. Por qué mi mamá lo hizo, por qué no pensó en mí, las mismas preguntas que yo me hacía sobre mi madre”, meditó María sobre ese momento, sin ocultar en su rostro el revoltijo de emociones que llegan unidas a los recuerdos.
Valora la vida
La situación económica de García sigue siendo precaria porque no tiene empleo y su cónyuge realiza trabajos ocasionales como soldador. Actualmente le mortifica una operación de adenoides (amígdalas faríngeas) que necesita su hijo y para la cual ya ha sido evaluado en el hospital infantil Robert Reid Cabral.
A las personas que en algún momento de desesperación piensan en el suicidio como única salida, María les exhorta a pensar primero en sí mismas y en el daño que también causarán a sus familiares más cercanos. “El que se muere se le acaba todo y con suicidarse no se soluciona nada. Piensen en sus padres y en sus hijos si los tienen porque es un dolor fuerte que les queda, una herida que nunca termina de cerrar”, añadió.
María sugiere pensar en que hay solución a los problemas más allá del suicidio, lo que jamás intentaría otra vez porque ahora valora la vida y sabe que su hijo la necesita.
Anhelos
La joven es cajera, posición que llegó a ocupar en un negocio de comida rápida, y también trabajó como encargada de una pequeña tienda. Terminó el bachillerato y su mayor anhelo es ingresar a la universidad para estudiar Mercadeo. Estar desempleada es su gran preocupación. Ella vive con su esposo y su abuela en una humilde casa, ubicada en la calle Rafael Polanco número 17, en el kilómetro 28 de la autopista Duarte.
“Si se observa lo que publican en las noticias, de diez personas que cometen suicidios ocho lo hacen por falta de empleos. En este país se necesita crear empleos, porque para la juventud de escasos recursos no hay oportunidades”, dijo con una mezcla de convicción y desilución.
COMPORTAMIENTO
1 SEÑALES SON MUY PECULIARES
LOS ASPECTOS A TOMAR EN CUENTA
Dificultad para concentrarse, regalar las pertenencias, hablar acerca de marcharse o de dejar todos sus asuntos en orden, cambio repentino en el comportamiento, pérdida de interés en actividades que solía disfrutar, tener manifestaciones autodestructivas, alejarse de los amigos o no querer salir y hablar sobre la muerte.
2 FAMILIAS SUELEN IGNORARLOS
SE RECOMIENDA NO MINIMIZAR
Los profesionales de la conducta sugieren no ignorar una amenza o intento de suicidio. Con frecuencia una persona puede mostrar ciertos síntomas o comportamientos antes de un intento de suicidio, que en la mayoría de los casos son minimizados por familiares o vistos como un “chantaje” para lograr un objetivo específico. Algunas frases hay que verlas como un intento de buscar ayuda.
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LAS CAUSAS QUE PUEDEN LLEVAR A UN SUICIDIO
El suicidio es el acto de quitarse deliberadamente la propia vida. Los factores que inciden, según profesionales de la conducta, son trastornos bipolar, de la personalidad y del estrés postraumático; depresión, consumo de alcohol o drogas y esquizofrenia y la predisposición genética.
Otros factores que influyen son cuestiones de vida estresantes, como problemas serios a nivel financiero o en las relaciones interpersonales, el envejecimiento, la muerte de un ser querido, un trauma emocional, enfermedad grave, desempleo y los problemas financieros.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que cerca de 800,000 personas se suicidan cada año en el mundo, a razón de uno cada 40 segundos.
Sin embargo, organizaciones no gubernamentales que trabajan en la prevención aseguran que las estimaciones superan ya el millón por año y que ocurre un caso cada 16 segundos.
En el mundo se estima, además, que se producen 20 intentos fallidos por cada muerte, unas estadísticas que casi nunca se contabilizan.
El 75% de todos los suicidios se registran en países de ingresos bajos y medianos. Según la OMS, es la segunda causa de muerte entre jóvenes con edades entre 15 y 29 años, sólo por debajo de los accidentes de tránsito.
En el país, la tasa de suicidios en jóvenes con edades entre 15 y 29 años se ubicó en 6.76 por cada 100,000 habitantes en el período 2008-2014.
En las muertes reportadas hay un subregistro porque el estigma deja muchos de los casos en el anonimato. Las cifras en República Dominicana no incluyen datos sobre la cantidad de intentos fallidos.