Santo Domingo .- La tragedia de lo cómico en República Dominicana nos ha llevado a creer erróneamente que la comedia es un arte estéticamente fácil; la mediocridad con que ha sido tratado este género, sobre todo en medios masivos como el cine y la televisión, han desprestigiado en nuestro país, un arte ancestral y noble como es el humor.
Sin embargo, la poca credibilidad resultante de muchos años de abuso en materia textual y visual del quehacer humorístico nacional, quien más caro lo ha pagado es el teatro. Pues a pesar de que es el género al que más personas asisten, también es al que más teatristas reniegan.
No es raro que un grupo de personas entiendan la comedia como un arte que mera y simplemente hace reír; lo extraordinario es observar que cuando la comedia alcanza su categoría de arte adquiere con esta, una profundidad compleja que al mismo tiempo que cumple la función de entretener, pone a su auditorio a reflexionar de una forma sutil pero efectiva para sus creadores. Esta, durante siglos ha sido la clave de los verdaderos humoristas, trabajar la Psiquis de los espectadores, manipular de forma creativa el subconsciente de los mismo, haciéndoles reír con temas trágicos como el existencialismo humano, la desgracia, la muerte, incluso con temas netamente serios como las creencias ideológicas y religiosas.
“Lo cómico es simplemente una forma divertida de ser serios”. Dice Peter Ustinov. Cita con la cual enlazo lo antes dicho para entrar en materia con la obra Terapia.
Es fascinante poder observar una pieza teatral orientada en la comedia con halo de humor negro y otro tanto matiz ‘absurdista’. Una obra, que pone de manifiesto precisamente la nobleza de lo cómico a través de símbolos minimalistas, un cauteloso manejo de la expresión corporal y un acertado diseño de los espacios escénicos visibles e invisibles la trama. Personajes construidos desde el cuerpo y las posibilidades histriónicas de ambos actores, gestos y miradas casi imperceptibles que se perciben maquinadas, programadas, planificadas por qué no, con la intensión de provocar, lo cual le quita el estigma a la comedia nacional, de ser siempre improvisada y producida con el fin nada estético del arte, que es el panfleto.
Fuente: Diario Libre