Cómo convertir las cenizas de los fallecidos en una obra de arte tecnológica

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El sector funerario no destaca por su afán de innovación: desde el origen de la humanidad las opciones se han limitado al enterramiento o la incineración. El motivo es probablemente el temor a la muerte, que la convierte en un tabú y nos impide pensar en ella. Ahora, la startup española Omneo pretende llevar los avances tecnológicos del s.

XXI a esta industria, transformando los restos de los seres queridos en un objeto casi artístico y conectado a internet.

“Dicen que te mueres tres veces: una cuando el corazón se para, otra cuando te entierran y la tercera cuando te olvidan. Nosotros intentamos evitar esta última, la única que es evitable”. Así resume su filosofía a Teknautas uno de los cofundadores de Omneo, el consultor estratégico Iñigo Zurita. El omneo que han desarrollado es un nuevo concepto de diseño mortuorio que roza la obra de arte.

El proceso parece sencillo, pero ha llevado años de trabajo. Las cenizas del fallecido se solidifican con ceras naturales y se convierten en un bloque sólido y compacto. “Como una roca de granito”, compara Zurita. De esta forma los restos se transforman en un atractivo prisma y la urna en un estuche, con unas medidas de 31,5 cm x 7,5 cm y un peso de 4 kg. El sistema, “cien por cien español”, ya ha sido patentado.

Todavía hay más, porque dentro de ese bloque se introduce tecnología NFC (Near Field Communication). Al pasar el móvil por delante es posible acceder a una red social propia, omline.com. Se trata de una especie de esquela online donde es posible acceder a una biografía del fallecido, compartir fotografías e incluso leer mensajes que la persona haya dejado grabados. También recibir un aviso por el aniversario de su nacimiento o defunción.

“Es como conectarse con los recuerdos de esa persona”, aclara Zurita. Por supuesto también puede accederse vía web, en caso de que el smartphone carezca de este sistema de conexión. “Puedes incluso darle a me gusta y saldrá en Facebook”, añade el cofundador.

La inspiración para esta idea llegó en el Cementerio de La Almudena, en Madrid. Allí trabajaba Brumo Mezcua, un estudiante de Bellas Artes de entonces 18 años encargado de esculpir las letras en las lápidas. “Mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre trabajaron en el sector funerario”, explica a Teknautas. El escultor recuerda el origen de todo: “Un día en el crematorio vi que la gente salía con las urnas del crematorio y me pareció espantoso. Se me ocurrió cambiar eso y ahí se quedó la idea”.

Tras esto, Mezcua se convirtió en artista y llevó a cabo exposiciones por todo el mundo con una temática común: la obsesión por el prisma negro. Así estuvo 15 años hasta que conoció a Íñigo. Entonces dejó el estudio y ambos se endeudaron para dar forma a Omneo y modernizar el proceso de incineración.

El objetivo de Bruno, desde aquel día en el Cementerio de La Almudena era claro: “Dignificar el proceso crematorio con un objeto que no parezcan cenizas aunque lo sean”. El diseñador asegura que cuando un cliente coge el omneo por primera vez la reacción es muy curiosa. “Es como un premio a una vida. Es una obra de arte que aleja la muerte, porque no son cenizas y no es sucio. Es un icono diferente y un objeto muy bonito”.

En este sentido, Zurita añade que las ventajas para el cliente son sobre todo psicológicas: “Las cenizas tienen un rechazo porque te dan unos despojos, pero si te entregan algo compacto donde además puedes ver los recuerdos de la persona y que estéticamente se aleja del concepto que tenemos de la muerte es más bienvenido”. “No resulta incómodo”, añade Mezcua.

Asequible y digno

Este nuevo concepto funerario también tiene otras ventajas más materiales. Ambos creadores defienden lo asequible del omneo, que además el seguro cubriría. “Comienza en 400 euros, cuando las urnas suelen costar entre 200 y 1.000 euros”, asegura Zurita. Además supone un ahorro considerable de espacio para los cementerios: Mezcua asegura que muchos clientes, cuando ven el objeto, quieren llevárselo a casa, pero que también es posible dejarlo en el camposanto en unos soportes que han ideado, similares a una librería.

Aunque la idea para estas obras de arte funerarias tiene 15 años, la empresa nació hace algo más de tres, cuando la pareja de emprendedores se conoció. El camino hasta hoy ha sido largo, ya que han comenzado a vender los omneos hace apenas unos meses, en marzo de este mismo año. Ambos están satisfechos con los resultados hasta ahora: Zurita asegura que cada semana fabrican nuevos iconos y que ya se han unido a seis funerarias con varios centros por toda España, en especial en País Vasco, Cataluña y Madrid.

Los omneos también han comenzado a salir de España. Aseguran que han comenzado a venderlos en EEUU gracias a una filial abierta allí con inversores americanos y que pronto se extenderán a otros países. Aunque la idea es que los clientes los adquieran a través de la funeraria también pueden contactar con ellos directamente.

Desde las primeras cremaciones durante el Neolítico se ha innovado muy poco en este campo. Este nuevo concepto propone meter al sector funerario en el siglo XXI a través de las últimas tecnologías. Bruno e Iñigo están convencidos de que no habrá un rechazo hacia su producto, por mucho que sea un sector poco dado a novedades: “En cuanto les explicas lo que es la recepción es bestial. Prefieren algo así a una urna de 200 euros y una bolsa de plástico con cenizas. Es cien veces más digno”, resume Zurita.

Fuente: El Confidencial

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