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Obama y Castro, listos para un histórico encuentro en Panamá

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Tras el saludo en la apertura de la cita regional, los dos líderes tendrán hoy su primera reunión de trabajo con vistas a normalizar las relaciones; el norteamericano dialogó con disidentes cubanos

UDAD DE PANAMÁ.- Llegó el gran día. Barack Obama y Raúl Castro protagonizan hoy el primer encuentro de trabajo con el que cierran medio siglo de desencuentro y avanzan en la anunciada “normalización de relaciones” entre Estados Unidos y Cuba, en un giro histórico que, sin embargo, no significa negar diferencias.

Antes de la reunión en el marco de la Cumbre de las Américas, que comenzó ayer en esta ciudad, Obama y Castro se saludaron anoche en la presentación de los líderes, en el Centro de Convenciones Atlapa. Incluso, durante la apertura de la cita regional, ambos mandatarios fueron ubicados muy cerca uno del otro, separados apenas por dos butacas.

El saludo llegó luego de que Obama se reunió con opositores cubanos, en un encuentro al que él mismo calificó como “de trabajo”. El presidente no sólo los alentó públicamente, sino que se comprometió con los activistas de la sociedad civil que “defienden la libertad y los derechos humanos”.

La agenda se montó de tal modo que, previo al esperado encuentro, Obama se dio tiempo para dejar en claro que “las naciones fuertes no tienen miedo” a la sociedad civil ni a quienes piensan distinto. La sociedad civil “es la conciencia de los países”, dijo el líder demócrata, antes de asegurar su compromiso para que, al igual que todos los gobiernos de la región, también esas entidades “tengan siempre un rol permanente” en el mecanismo de las cumbres.

“Si Estados Unidos empieza un nuevo capítulo de las relaciones con Cuba, esperamos que se cree un ambiente que mejore las condiciones de vida de los cubanos”, añadió Obama, al explicar el giro de 180 grados que su administración impuso al abordaje de la relación con la isla.

Ese mensaje, una defensa del sistema de mercado como el que “mejor defiende la prosperidad de las sociedades”, y lo que implica su encuentro con la oposición cubana (los disidentes Laritza Diversent y Manuel Cuesta Morúa) fueron las ideas más fuertes que dejó en claro antes de la reunión que se espera hoy con el presidente cubano.

Ambos llegan con gimnasia previa. Ayer se supo que, en la noche del miércoles, tuvieron un “encuentro telefónico” en el que avanzaron en la agenda para la normalización de las relaciones diplomáticas.

La Casa Blanca no quiso precisar cuánto duró esa conversación ni quién la inició. Por eso el responsable de prensa norteamericano Ben Rhodes la calificó como un “encuentro telefónico”, una comunicación que se entendió “conveniente para ambas partes”. La impresión, sin embargo, es que es Washington el que está empujando el carro más rápido de lo que se esperaba.

La distensión con que anoche arrancó la Cumbre de las Américas no amilanó la retórica de quienes hacen norma de la carga contra Washington. “Exijo que Estados Unidos pida perdón e indemnice a los panameños por la invasión de 1989”, clamó Nicolás Maduro. Sin embargo, sonaba un estruendoso cacerolazo cuando el presidente venezolano ingresó en la sede de la cumbre. Centenares de residentes en este país se organizaron para hacer oír su protesta contra “los asesinatos y las torturas” de quienes piensan distinto” al gobierno chavista.

Los que no podían llegar por las medidas de seguridad, apagaron y encendieron las luces, haciendo de manzanas enteras un curioso “arbolito de Navidad” de protesta. Para Maduro fue un trayecto corto, ya que se aloja en el hotel Sheraton, frente a la sede de la cumbre.

A la vez que es sede del histórico acercamiento entre La Habana y Washington, la cumbre de Panamá es también escenario de la difícil convivencia tanto en la isla como en Venezuela. Una y otra vez, militantes oficialistas y opositores se tomaron a puños en las calles de la ciudad. “Son esbirros de los Castro”, decían miembros de la oposición cubana.

De hecho, los argumentos de Obama en defensa de la sociedad civil y de sus expresiones pareció ser demasiado para integrantes de la nutrida delegación cubana que, molestos, hicieron una ruidosa retirada del foro. “Machete, machete, que son poquitos”, cantaban al salir de la sala. Afuera, se encontraron con más disidentes con carteles en los que recordaban que “democracia es respeto”.

La cumbre iniciada ayer es la más nutrida de las últimas ediciones, con una presencia casi absoluta de los 35 gobiernos. Entre las pocas excepciones figuraba la presidenta chilena, Michelle Bachelet. La última en llegar fue Cristina Kirchner, mientras que la brasileña Dilma Rousseff tuvo ayer un lugar destacado en un plenario empresarial junto a Obama.

Dilma figura entre las pocas, sino la única, que hasta ahora recogió en forma pública el mensaje para pedirle a Maduro que respete a la oposición interna en su país.

A su llegada, ayer, Maduro dijo que viajaba “en son de paz” y a defender a su país de la “injerencia de los imperialismos”, en relación con las sanciones que Washington aplicó contra funcionarios de Caracas por violaciones de los derechos humanos.

En cuanto al esperado encuentro de hoy, todo puede pasar. La Casa Blanca retaceaba detalles. “Tenemos una agenda de trabajo, y lo cierto es que normalizar relaciones no significa eliminar diferencias”, sostuvo Rhodes. La idea pareció quedar clara a lo largo del día..

Fuente: Lanacion.com

 

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